“La ley del más fuerte” el cruento desafío de Putin

La primera potencia nuclear mundial es Estados Unidos, la segunda potencia nuclear mundial, muy cerca, es Rusia, país que, por otra parte, no figura en el top ten de la economía mundial, al contrario no ha podido superar las principales dificultades económicas de hace 30 años, a pesar de que recibe millonarios recursos por ser el primer exportador mundial de gas y el segundo exportador mundial de petróleo. Eso es una cantidad enorme de miles de millones de dólares al año que bien empleados hubieran servido para superar la aguda crisis económica que condujo a la implosión de la Unión Soviética y aún mantiene algunas secuelas.

Pero, Vladimir Putin, como hombre con mentalidad de policía, con formación profesional en la KGB, se fijó como prioridad poner a su país a la cabeza como fabricante de armas de todo tipo. Y lo logró. El país que gobierna desde la dimisión de Boris Yeltsin en diciembre de 1999, cuenta con armas muy sofisticadas que seguramente los demás países no tienen. Obvio, estaban dedicados a otra cosa, porque después de la Segunda Guerra Mundial y del fin de la Guerra Fría, podían trabajar tranquilos en su desarrollo integral, sin tener que preocuparse por la seguridad: no había temor a que “un enemigo”, creara un arma superior a la bomba atómica, y, estamos claros, si alguno se aventura a utilizar armas nucleares el mundo se acabaría, incluido, lógico, el propio agresor.

Por eso China, por ejemplo, priorizó la economía y hoy disputa con Estados Unidos el primer lugar como potencia económica, aunque está a la zaga en materia militar. Rusia en cambio, olvida que la URSS se desintegró porque el sistema económico centralizado socialista no funciona.

“Eso fue una tragedia”, dijo el 30 de diciembre de 2021, de la boca para afuera, Vladimir Putin, a sabiendas de que fue la crisis económica prolongada lo que hizo insostenible la existencia de la mancomunidad soviética.

“Tragedia la que vivimos los venezolanos a los que se nos ocurrió experimentar comprando un carro Lada, que salieron al mundo hace 30 años, y que a los dos meses ya estaban accidentados y se formaban largas colas en los concesionarios para comprar, insólito, repuestos de carros nuevos. Ese carro fue lo mejor que pudo dejar como herencia la extinta URSS. Una real tragedia.

Pero, tenemos que estar claros: La mente de los militares, guerrilleros, policías opera con una lógica muy diferente a la de los civiles. Para comenzar tienen una propensión natural a la violencia, les gusta usarla, eso los hace sentirse superiores, y obviamente el solo hecho de tener armas y haber aprendido a utilizarlas, muchas veces de forma práctica, les da ventajas como las tuvieron Fidel Castro y Pol Pot, quienes por cierto gobernaron desde 1960 hasta su muerte; el guerrillero Daniel Ortega, quien fue el Coordinador de la Junta de Gobierno en el año 1981 hasta 1985, y luego Presidente de la república desde 1985, hasta hoy, (con el break 1990-1997 cuando gobernó Violeta de Chamorro) y también gobernará hasta que muera; al igual que el guerrillero, Gustavo Petro, presidente de Colombia desde 2022, también hasta que se muera, si los colombianos lo eligen el domingo 29 de mayo.

Los militares, guerrilleros y policías, quienes en su lucha por el poder están dispuestos a matar o morir, cuando lo alcanzan, están dispuestos a matar o morir por conservarlo. ¡No faltaba más!

Sí, somos distintos, ellos tienen un concepto muy básico de lo que es el ser humano, y hasta tienen una nomenclatura distinta: para ellos un ser humano es solo un objetivo, y su muerte no es una muerte, es una baja.

Por eso es que Vladimir Putin, busca aumentar su popularidad interna, sacudiendo al mundo entero y forzando a los líderes a que reconozcan lo que todos saben, pero que nadie dice, como cuando no le dices a tu pareja que la sigues queriendo, porque consideras que es innecesario: Putin es un poderoso líder mundial, al frente de la potencia nuclear que es Rusia, y él quiere que el mundo le diga eso a sus conciudadanos, a los rusos, y que todos los rusos entiendan lo que es verdad: Rusia es una potencia nuclear mundial, y eso se le debe especialmente a él, a Putin, y a los miles de millones de dólares invertidos cada año con este propósito, descuidando la economía.

Putin no es el primero, Adolfo Hitler, quien era cabo primero del ejército alemán en la Primera Guerra Mundial, se propuso transformar a Alemania, impulsando la educación, la tecnología y el orgullo de ser alemán, inculcando la idea de la supuesta superioridad de la raza aria. Alemania, emergió de la derrota en esa Primera Guerra Mundial, y con base en el espíritu vengador alentado por los nazis, se convirtió en la primera potencia militar del mundo. Por eso invadió Polonia el año 1939 y encendió la chispa de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, en plena pandemia de covid-19, y basado en su poderío militar nuclear Putin invade a su vecino, Ucrania, aplicando la nefasta “ley del más fuerte”, como hizo Hitler, pasando por encima de que la Segunda Guerra Mundial dejó grandes enseñanzas, la más impactante: NOS CONVIENE LA PAZ, porque la guerra sería autodestrucción nuclear.

¿A que juega Putin? A que por temor a una guerra autodestructiva los países del mundo le permitan mejorar su imagen a lo interno. Invadir a Ucrania, masacrar a miles de ucranianos y desgraciar la vida a los que queden de sus 44 millones de habitantes, quizás no sea el objetivo. Aunque no le importe el sufrimiento, seguramente él busca solo el reconocimiento mundial y hay que dárselo, para acabar con esta absurda tragedia de muerte y destrucción.

Ahora, entre tú y yo amable lector, ¿piensa realmente Putin reconstruir la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas? Yo pienso que no, fundamentalmente porque él es un hombre muy inteligente y sabe que no necesita asociarse con otros países que sus poderosos socios europeos y China, que le compran sus materias primas. Él sabe que, como dejé sentado en un artículo publicado en el Diario La Verdad, en enero, que tragedia económica y de todo tipo, era la que sufría el pueblo ruso, cercado por el hambre generada por el fracaso del socialismo como forma de gobierno, y que para reactivar una mancomunidad de naciones necesita tener algo que atraiga a esas naciones, y Rusia, en este momento solo tiene gran desarrollo en materia de armas.

Él sabe perfectamente bien que la perestroika fue una reforma económica inevitable, impuesta por la crisis y apoyada por la gran mayoría de la dirigencia de la URSS, con Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin, a la cabeza. Si realmente quiere liderar una comunidad de países, tiene el gas, el petróleo y las grandes riquezas del país más extenso del mundo (17 millones de kilómetros cuadrados) para generar un desarrollo económico tan grande que haga a Rusia atractiva a los ojos del mundo. Esa es la vía, no la invasión y la vuelta a la barbarie, el retorno a «la ley del más fuerte», repito.    

También sabe que la Organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN, o Alianza Atlántica, precisamente se creó para enfrentar unidos a la URSS y perdió su razón de ser, el mismo día en que se disolvió la URSS, el 25 de diciembre de 1991, y se puso término a la guerra fría. En el 2022 la OTAN es una entelequia. Lo que sí es real es que están muriendo miles de ucranianos, mientras otros sufren aterrados en los subterráneos. Esas vidas, ese sufrimiento, debe terminar y en las manos de Putin está detener esa invasión injusta. El mundo se lo agradecerá.  

Es absurdo aducir razones de seguridad, temor de ser atacado por otro país, porque existe ese gran factor disuasivo que son las bombas atómicas. Nadie, en su sano juicio, tratará de invadir a ningún país, en ninguna circunstancia, menos cuando el país potencialmente víctima tiene armas atómicas. 

Por último, a quienes defienden la invasión injustificada que está dejando miles de muertos y millones de desplazados de Ucrania, por una imaginaria identidad ideológica, le recordamos que Putin describió al comunismo en 1999, cuando iniciaba su gobierno, como «un callejón sin salida, lejos de la corriente principal de la civilización». Sabias palabras.

Rómulo Herrera

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