«El motor de la lancha se dañó y no teníamos radio»

«Si no nos hubieran rescatado esta madrugada, hoy quizás no estaríamos aquí. Yo ya no tenía más fuerzas y nos habíamos resignado», reveló el capitán del peñero Popeye VIII, en entrevista para el diario La Verdad.

La odisea de Ernesto Ruíz, Eduard Ortega y Yesier Zapata, comenzó la madrugada del viernes 4 de agosto, cuando el motor se dañó poco después de comenzar a faenar.

El capitán y sus 2 marineros trataron por todos sus medios de prenderlo, pero el motor no respondió.

Ya a la deriva el capitán Ruíz intentó encender el faro para indicar que estaban a la deriva, pero su luz no prendió: el faro también estaba dañado.

«Tratamos de llamar por teléfono para avisar que estábamos en emergencia, pero en alta mar los celulares no funcionan, por más vergatario, más original que sea. Y no teníamos un radio tampoco. Esto es algo con lo que el Gobierno nos puede ayudar, y se los pagamos por partes, pero un radio es fundamental».

Los pescadores usaron las linternas «para indicar que estábamos allí a la deriva, a merced de las olas, por sí alguien nos podía ayudar», continuó el capitán.

Reafirmando lo que ya habían declarado para La Verdad, sus familiares en relación a que solo llevaban agua y refrescos, amén de dos pimpinas de gasolina, Ruíz señala que se empezó a racionar el agua, porque llevaban muy poca.

En la mañana del lunes lanzaron su red para pescar algo para comer. Luego uno de ellos como pudo encendió un fuego y asaron el pescado.

«Cuidado como se quema la lancha», advirtió el capitán, medio en serio medio en broma.

Un barco pasó a lo lejos, pero no vieron a los náufragos.

Luego pescaron un atún y se lo comieron poco a poco. Pero ya el martes no tenían agua y sin agua no se puede sobrevivir.

Pero, cuando ya todo parecía perdido, el capitán Argenis Ugas, al mando de su lancha El Gran Sol, que andaba en la búsqueda de sus compañeros desaparecidos, los avistó.

Y allí terminó la odisea de Ernesto Ruíz, Eduard Ortega y Yesier Zapata, los tres pescadores que mantuvieron en vilo a sus familias, al Connpa de Playa Verde, a las autoridades y a todo el pueblo de La Guaira. Argenis Ugas los salvó.

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