Daniela Larreal cambió la bicicleta por un taxi

Entre 1990 y 2012, Daniela Larreal fue la máxima referencia para el ciclismo en el país. Inclinada hacia los deportes desde temprana edad, se decantó por la bicicleta para seguir los pasos de su padre, Daniel Larreal, un pedalista que también dio alegría a Venezuela en las pistas.

Pero los viejos tiempos de gloria han pasado, y ahora la consagrada atleta, que consiguió tres diplomas en cinco Juegos Olímpicos, se ha visto obligada a cambiar Venezuela por los Estados Unidos y la bicicleta por un taxi.

Y la experiencia no está siendo satisfactoria.

«Yo no tengo por qué estar de taxista en los Estados Unidos porque soy una atleta consagrada. Aquí he encontrado humillación y desprecio. No he tenido ni un solo día feliz aquí», dijo Larreal.

Hace meses se conoció que la ex ciclista salió del país para establecerse en Miami después de recibir, denunció, amenazas de muerte.

El hecho ocurrió luego de que Larreal ventilara presuntos actos de corrupción con la asignación de recursos a deportistas por parte del Ministerio del Deporte.

Las denuncias de la ciclista salpicaron al hoy diputado Héctor Rodríguez, del PSUV, y a la esgrimista Alejandra Benítez, ambos ex ministros de la cartera deportiva.

«Me criticaron, me pidieron que no dijera eso. Muchos compañeros me dijeron que la revolución me había dado casa y carro (vehículo), pero a mí nadie me regaló nada, ahí está mi trayectoria. Si me sacan eso yo les saco mis medallas», señala.

Y agrega: «No pueden decir que me entregaron una casa (porque) me entregaron un rancho, vayan a verlo, está invadido (por una familia) y el carro nunca me importó, es un Chery, yo no quiero un carro chino, voy más rápido en bicicleta, además, no me gustan los carros».

Sin embargo, y a pesar de su desagrado por los vehículos, ha tenido que ponerse detrás de un volante para ganarse la vida y «ayudar» con la manutención de su padre.

«Mi familia está viviendo un infierno, Venezuela está destruida por estos ladrones que la gobiernan, a mi padre tengo que enviarle las medicinas porque es hipertenso, le he mandado cajas con comida, pero se las decomisan», asegura.

«Cuando lo llamo me dice que se quiere suicidar, que no quiere ser una carga para mí», dice y asegura: «A mi padre lo tienen acorralado, está deprimido».

Señala que gana entre $80 y $100 al día conduciendo un Uber por las calles de Miami, y que con sus reducidos ingresos se costea estudios que le permitirán ejercer la enseñanza en los Estados Unidos.

No obstante, desde medios ligados al chavismo se le acusó la semana pasada de haber usado el dinero que le entregó el Estado venezolano para su preparación deportiva -unos dos millones de dólares, reconoce ella- para financiar la apertura de dos empresas en Estados Unidos.

Este señalamiento la indigna.

«Hay que ser bien estúpido para creer que yo tengo dos empresas, que me digan donde están para ir a reclamarlas y dejar de trabajar como taxista».

Las denuncias del chavismo contra la «rebelde con causa», como ella misma se define, surgieron después de que esta se inscribiera en el partido político opositor Voluntad Popular, del encarcelado dirigente Leopoldo López.

«Es hora de que Venezuela la gobierne gente educada, profesional y decente, yo quiero aportar mi granito de arena, me duele lo que pasa en Venezuela. Sí, quiero entrar en la política», dice.

Sin embargo, reconoce con resignación que su «aporte a Venezuela» tendrá que esperar.

«Yo tengo proyectos para el país, muchos para mi estado natal (Yaracuy-oeste), pero por ahora no me veo regresando a Venezuela, si yo piso Venezuela me ponen presa».

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