Consagran primer santuario a José Gregorio Hernández construido desde cero

*El sábado 25 de noviembre, el cardenal Baltazar Porras presidió la Eucaristía en el templo de la parroquia San Oscar Arnulfo Romero, donde están las reliquias del arzobispo de El Salvador y del beato

Laura De Stefano

Lo que hace tres años era un sueño, con la colocación de la primera piedra para la construcción del santuario diocesano del doctor José Gregorio Hernández en Playa Grande, Catia la Mar, este sábado se hizo realidad al ser consagrada la iglesia de la parroquia San Oscar Arnulfo Romero por el cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Caracas.

La emotiva y solemne ceremonia inició con la entrega de las llaves, la reliquia del santo latinoamericano y apertura de la puerta del santuario. El cardenal Porras, después de un breve silencio y oración, tocó tres veces y pidió al obispo de La Guaira, monseñor Raúl Biord, y al rector que abrieran el santuario para el ingreso de los 12 obispos y 50 sacerdotes.

Continuó con la bendición y aspersión del agua bendita a los feligreses en señal de penitencia y en recuerdo del bautismo, y para purificar los muros y el altar de la nueva iglesia. Posteriormente, el arzobispo procedió a la entronización solemne del libro de las Sagradas Escrituras porque por primera vez fue proclamada la Palabra de Dios en este templo.

Después de las lecturas, salmo y del Evangelio, el cardenal junto a monseñor Biord colocó las reliquias de San Oscar Arnulfo Romero y del beato José Gregorio Hernández debajo del altar. Acto seguido los obispos ungieron el altar con los santos óleos y los sacerdotes los muros de la iglesia.

Esta celebración eucarística es un hito importante en la historia de la religión del estado porque es el primer santuario erigido desde cero y el primero de la Diócesis de La Guaira después de 54 años de fundada.

«Tengo la dicha de poder presidir esta hermosa celebración en este nuevo templo que se convierte en santuario diocesano al doctor José Gregorio Hernández. Ha sido una solicitud de todo el episcopado, desde el momento de la beatificación, que cada diócesis del país tenga un santuario con la reliquia auténtica», manifestó el cardenal Baltazar.

Destacó que La Guaira tuvo el privilegio de hacerlo, no en un templo construido, sino de erigirlo en este centro urbanístico para beneficio de todos porque se convertirá en un sitio de peregrinación.

“Esta parroquia está bajo la protección de San Oscar Arnulfo Romero, el obispo latinoamericano mártir por defender los derechos de los más desposeídos. En una de sus homilías, monseñor Romero nos recuerda que el resto de Israel es la manera de describir los profetas a ese pequeño grupo de fieles que permanecen fieles a la promesa, al seguimiento de Dios. Y se alegra de que en estas horas en que es difícil ser fiel a Cristo haya cristianos, fieles que pertenecen a este resto de fidelidad”.

También, recordó que se convierte en el santuario diocesano de La Guaira, dedicado al Beato José Gregorio Hernández. “A diferencia de los santuarios diocesanos dedicados a nuestro santo trujillano que han sido designados en templos ya existentes, este es el primero en ser construido expresamente para acoger a los peregrinos procedentes de las parroquias del litoral guaireño y de los muchos que visitan estas playas y sentirán el llamado de acercarse a ofrendar su oración”.

Hizo un llamado a que, así como tenemos estas iglesias tan bellas, «las piedras vivas que somos nosotros debemos ser a través de la oración y el servicio al prójimo el mejor testimonio de fraternidad y solidaridad».

Enfatizó en que esto no está para el recuerdo, sino para la acción diaria con los servicios sociales para los más necesitados, indicando que “estoy seguro de que este doble patronazgo convertirá este lugar en un centro de formación, de expresión católica de la fe y de multitud de servicios de bien a favor del prójimo, especialmente a los más pobres y necesitados. Las reliquias de ambos son un signo patente de que ellos están aquí, entre nosotros”.

El milagro que faltaba

«El milagro que faltaba para JGH es la construcción de este santuario en La Guaira. Este podría ser el titular de noticiero», expresó monseñor Biord, quien recordó que hace 15 meses comenzaron las obras y hoy se celebró una de las liturgias más bonitas, con muchos símbolos religiosos que atestiguan el «nacimiento de una comunidad eclesial».

Señaló que no solo han hecho un templo, sino un complejo de servicios parroquiales que incluye una sacristía, salones de reuniones, una casa parroquial, una churuata para las reuniones pastorales y para recibir a los peregrinos.

«Que esta iglesia sea hogar y altar, alimento para la fe e inspiración de caridad, lugar para encontrarnos todos como hermanos, alrededor de la Virgen, madre amorosa, socorro y auxiliadora, bajo la intercesión de nuestros santos patronos monseñor Romero y José Gregorio Hernández».

Dedicada a dos grandes hombres

Monseñor destacó que la parroquia está dedicada a un gran santo latinoamericano San Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador, cercano a la gente, hombre de paz y de caridad que se comprometió, desde la opción por los pobres, por la justicia y los derechos humanos. Denunció las numerosas violaciones de los DDHH.

También está dedicada a José Gregorio Hernández, «ejemplo de un gran hombre, cristiano auténtico, alma caritativa y generosa que se hizo hermano de sus semejantes, científico e investigador, médico de los pobres, profesor universitario, hombre culto y sencillo a la vez, comprometido con su pueblo. Su vida fue la mejor cátedra: testimonio del amor preferencial de Dios a los enfermos y necesitados».

Mencionó que el beato visitó la Diócesis de La Guaira cada vez que salía al exterior, pues se embarcaba y regresaba por el puerto «con la esperanza de venir a construir un país y poner en prácticas sus conocimientos».

«El nuevo santuario se encuentra al lado del aeropuerto que es puerto de salida, pero esperamos que sea cada vez más puerta de regreso de tantos compatriotas. El compromiso de todos es construir una Venezuela más justa e igualitaria. Todo lo que aprendemos tenemos que sembrarlo en nuestra tierra natal como hizo José Gregorio. Estamos llamados a imitar sus virtudes como hombre de fe y ciudadano honesto».

Monseñor dijo que cuando llegó como obispo hace casi 10 años, el padre Rafael Troconis lo llevó a Ciudad Chávez y le indicó que se necesitaba una iglesia grande porque allí vive mucha gente. «Me invitó a celebrar la misa en la calle y a visitar las familias en Navidad. Gracias padre Rafael por su inspiración».

Otros inspiradores fueron la hermana Clara, religiosa del Santo Ángel, que visitaba los hogares, recorría las calles y se venía caminando desde su comunidad a pesar de su edad. Enseñó a tantas madres a tejer sandalias, carteras y bolsas para el uso propio, pero sobre todo como una fuente de ingreso para el hogar».

Y el joven Miguel Dell’Uomini, quien tomó como apostolado el urbanismo. No faltaba a ninguna misa y visitaba los apartamentos con el equipo misionero. A pesar de que tenía cáncer avanzado, venía con su cuatro a animar la misa. «También a ellos queremos dedicar este nuevo templo. Que nadie ponga como excusa que es mayor o que está enfermo. Que todos tengamos la fuerza de ser evangelizador con espíritu».

Agradeció a monseñor Ramiro Díaz por ser una de las personas que más lo animó a terminar el santuario. También a los que han dado sus aportes, al Gobierno nacional, al diputado Nicolás Guerra, al gobernador José Alejandro Terán, a los organismos como Ayuda a la iglesia necesitada, Adveniat y a la Arquidiócesis de Colonia, y a muchos bienhechores locales que han ayudado a construir el templo.

Igualmente, agradeció a los sacerdotes y diáconos que han sido misioneros en el urbanismo Chávez, entre ellos los padres Rafael Troconis, Emilio Galán, Alfonso Barbera, José Manuel Cicuéndez, Omar Hernández y José Daniel Dallos, y los diáconos Rubén Absueta y David Olivares.

Mención especial recibió el presbítero Alfredo Bustamante, quien «no solo ha sido párroco, sino casi ingeniero, inspector de la obra, estando presente día y noche para asegurarse del cumplimiento de todos los detalles. Pero, sobre todo es alma de esta comunidad cristiana, recorriendo sus calles, organizando jornadas médicas, rosarios, procesiones y otras iniciativas».

Por último, agradeció al arquitecto David Miliani y a la empresa contratista, a los ingenieros Mario Proletti y a José Gregorio González y a su familia; a los vitralistas, al artista que ha hecho las imágenes, a los ebanistas, a los obreros que se han involucrado en esta iglesia como si fuera su propia casa. A los consejos comunales y a los habitantes del urbanismo.

Constancia, perseverancia y fe

El padre Alberto Castillo agradeció a las personas que han hecho posible este milagro. Al cardenal Porras, al obispo de La Guaira, a los sacerdotes y a todos los que se hicieron presentes.

Destacó por su perseverancia, constancia y fe a monseñor Biord, al gobernador José Alejandro Terán que se «unió a este bello sueño», a la Alcaldía y por último al padre Bustamante porque esta parroquia dejó de ser cuasi.

Manifestó que el templo será una casa de oración y un centro de espiritualidad para que «juntos salgamos a anunciar el evangelio».

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