Varguenses remiendan lo viejo ante los precios de prendas nuevas

Zapateros y costureras comentan que la demanda de arreglos se duplicó.

“Todo merece una segunda oportunidad” parece ser el lema de los varguenses, que actualmente prefieren reparar su ropa o calzados viejos a comprar piezas nuevas muy por encima del salario mínimo.

Esta creciente práctica ha sido beneficiosa para los zapateros y costureras, indican que los arreglos semanales se han duplicado, pero al mismo tiempo el aumento de la demanda ha encarecido el precio de los materiales que utilizan.

Así lo comentó Anthony Núñez, zapatero de inversiones El Mejor, ubicada en el puesto 272 del Mercado Comunitario de Catia la Mar, asegurando que diariamente hace hasta 15 reparaciones.

“Coser calzado es lo que más solicitan, remendarlos cuesta sobre los Bs. 5.000 para niños y el doble si son para adultos. En el caso de cambio de suela, los precios varían entre Bs. 20 mil a Bs. 35 mil si son del tipo botas”, explicó.

Pegar un par de suelas está sobre los Bs. 18 mil. “Todo esto subió, porque primero hay más demanda; y segundo, porque los componentes son importados. Una lata de pega de zapatero, que es lo que más se gasta, no baja de Bs. 240 mil, y el carrete de hilo se ubica sobre los Bs. 35 mil; por eso subieron las reparaciones, pero aún así sigue siendo más barato que comprar zapatos nuevos”.

Las costureras también han tenido trabajo parejo; y según explican, la mayoría de los arreglos es para reducir el ancho y las tallas de las prendas.

Ramona Alfonso dijo que en lo que más trabaja es en “meterle a los pantalones, y hay personas que vienen hasta cada dos meses porque siguen perdiendo peso. Esos arreglos salen baratos, como en Bs. 1.500, resulta un poco más caro si se trata de una transformación completa de la prenda”.

Como la crisis afecta a todos por igual y conseguir los rubros básicos es un dolor de cabeza, aseguró que prefiere hacer trueques con sus clientes. “Les digo que puedo agarrar los ruedos o pegar los cierres a cabio de harina de maíz o arroz, o algún producto escaso. ¿Qué hago con el dinero si con eso no puedo llenar la nevera?”, manifestó.

Esta estrategia ha ido en crecimiento, sobre todo en comunidades donde los vecinos conocen a la costurera. “La gente se ríe pero cede, porque es un problema común. Con Bs. 1.200, que cuesta agarrar un ruedo, no compro ni pan, por eso he optado por esta nueva modalidad”, agregó./va

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