La Virgen del Carmen en procesión marina

El recorrido marítimo con la imagen de la Virgen del Carmen, tradición que tiene 36 años realizándose en Catia la Mar, se revivió una vez más este domingo en el muelle de La Zorra donde los pescadores sacaron a su patrona escoltada por varios peñeros hasta Arrecife.

Después de la celebración eucarística, presidida por el presbítero Beiker Martínez, párroco de Nuestra Señora del Carmen en la Soublette, junto al diácono José Manuel en la capilla inaugurada hace un año por el gobernador José Alejandro Terán, los hombres y mujeres del mar acompañaron a la imagen que fue colocada en andas con forma de barco.

“La imagen es llevada de paseo en lancha hasta la bahía de Arrecife, en un recorrido que dura hora y media con la participación de 50 peñeros. Allá se reencuentran con los pescadores de ese sector y retornan con las dos Vírgenes, la de Arrecife y la de Catia la Mar, para ser recibidas con serenatas”, informó Gladys Mayora, miembro de la comunidad eclesiástica San Miguel Arcángel.

Señaló que en la tarde tuvieron su actividad sociocultural con todos los habitantes del sector y, por coincidir también con el Día del Niño, hubo piñatas y golosinas para los más pequeños.

El padre Martínez destacó que las actividades por la fiesta de la Virgen del Carmen comenzaron el 25 de junio con la novena y que este domingo fue la solemnidad en la Soublette. Manifestó que es una devoción muy antigua y tiene relación directa con Tierra Santa.

“En el Monte del Carmen o Carmelo, donde el profeta Elías oraba, allí fueron cristianos a fundar comunidades de oración y un monasterio. Les pidieron que los protegiera y así surgió la Virgen del Carmen. Hoy les pedimos a María Santísima, que también ha prometido defendernos en el último momento de nuestra batalla y de sacarnos del purgatorio, que nos ayude a dar fruto como Dios manda”.

Alcanzar la santidad

En su homilía se refirió a la parábola utilizada por Jesús, en este caso agrícola, pero la usa desde el mar. “Empieza la Palabra diciendo que Jesús estaba a orilla del mar de Galilea y al ver tanta gente se subió en una barca, desde allí veía el Monte Carmelo. Jesús inicia su parábola desde el mar uniendo el mar y la tierra”.

Dijo que sembrar, a igual que la pesca, es un oficio que incluye la paciencia que la da Dios como el crecimiento porque un pescador no sabe el tamaño de pescado que sacará. Igualmente, el campesino que ignora cuánto tendrá de la tierra.

“El Señor utiliza varios tipos de tierra y la pregunta es qué tipo de tierra somos nosotros…En el evangelio de este domingo se habla de la tierra del camino donde lo sembrado no da fruto porque por allí pasa mucha gente y es duro, además los pájaros se comen las semillas arrojadas. Eso les pasa a los oyentes olvidadizos. No dejemos que el demonio robe ese fruto, hay que estar atento”.

Luego, indicó, está la tierra pedregosa donde las semillas cayeron, pero se secaron por el sol. Esos son los obstáculos que tenemos en el camino y debemos sacarlos para que la Palabra eche raíces.

“El Señor no nos pide mucho, solo que seamos constantes. Después está la otra tierra que se encuentra con árboles con espinas, es decir nuestras preocupaciones que sofocan el mensaje de Dios. En la vida cristiana se crece o se seca, hay que pedir que esas espinas caigan. Por último, está la tierra buena, aquí la mayoría somos tierra buena porque en nosotros hay una bondad tremenda para grandes cosas. Algunas dan el 100% de frutos, otras el 60 y 30 por ciento”.

El padre Beiker dijo que ese buen fruto es la santidad, es decir vivir en santidad para dar gloria de Dios y ser feliz. “Mi Cristo es de amor y paz, no de enrollamiento ni de ritos extraños. Pidamos al Señor que libere al ser humano de la superstición y que nos haga dar ese fruto de 100%. Que María Santísima nos guíe en ese camino”.

Al final agradeció a los organizadores de la eucaristía, a los cantantes del Ministerio de Música del Sagrado Corazón de Jesús de La Páez y a los feligreses que participaron en la celebración.

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