Juan Barreto: Cambios cosméticos y gatopardismo para una ciudad que reclama
“Caracas no es solo un escudo de armas ni es solo un símbolo colonial del León eterno para los caraqueños. Ese símbolo fue el producto de acontecimientos históricos que fraguaron el dominio colonial sobre los nuestros pueblos originarios” afirmó el profesor universitario Juan Barreto.
Recordó que en su momento en la Alcaldía Mayor propuso a la pira o amaranto rojo, llamado por los indígenas autóctonos de estos lares como Cayacaá, vocablo que origino el nombre a la ciudad”.
“Desde un orden histórico es preciso recordar que la hierba Caracas, abundante y silvestre en estas tierras desde tiempos prehispánicos, fue tan persistente que resistió y se impuso al conquistador”, recordó Barreto.
En este mismo sentido, Barreto señaló que “sugerimos que se dejara de celebrar el 25 de julio como día de Caracas, por ser una incoherencia dentro de un supuesto proceso de cambios, que se autoproclama descolonízate”.
“Dicha fecha, según irrefutables datos históricos, coincide nada más y nada menos que con la derrota de Guaicaipuro y la afirmación del triunfo de Diego de Lozada en estas tierras para lograr su supuesta pacificación, el cual por esos días colocó la piedra fundacional de una guarnición en el lugar que ocupa hoy la Plaza Bolívar”, puntualizó.
De manera que “no es un destino, ni es una obligación, ni es parte consustancial de nada arrastrar y proteger una simbología que representa un momento sombrío de nuestra historia. Así como los EE.UU luego de lograr su independencia prohibieron cualquier simbología que apelara a la corona británica y, por otra parte, Vladímir Putin se ha obsesionado por borrar todo vestigio de la era soviética. No es un crimen ni una desfachatez renovar y actualizar la identidad de una localidad. Pero eso sí, hacerlo subordinados a la gente y a la solución de sus problemas cotidianos”.
“Lo que de manera más rabiosa se oponen a cualquier cambio, no proponen nada bueno para la ciudad, que por demás son los mismos que se niegan a llamar Bolivariana a la República de Venezuela”, aseveró el profesor.
Recordó que “el dilema real del este debate no es tanto el qué, sino el cómo. Y hasta el cuándo, surge del sentido de la oportunidad verdadera del debate”.
El reclamo de Caracas
A su juicio, “lo que reclama Caracas y sus habitantes es un Gobierno eficiente, que atienda los graves problemas de la ciudad y su gente. Lo que el pueblo pide a gritos es que vuelvan los cabildos abiertos de presupuesto participativo y contraloría social, en donde la pueblo decidía el gasto y las inversiones para la ciudad. Es decir, la gente quiere cambios para bien en su vida cotidiana y no poses y simulacros que desvíen la atención sobre los problemas inmediatos”.
Sobre la base de esta realidad, resaltó que los caraqueños “queremos menos inversiones superfluas y medidas cosméticas y más compromiso con una ciudad de vida que fue abandonada a su suerte en una especie de sálvese quien pueda”.
Caracas y su presente
“Nuestra ciudad capital, en términos políticos y culturales, como cualquier otra ciudad en el mundo, es el producto de múltiples momentos históricos, de las luchas de su pueblo y de las distintas correlaciones de fuerza, momentos hegemónicos que dejan sus rastros y sus huellas en el rostro en la superficie del tramado espacial, por demás este tramado es de orden político”,
Desde su criterio como investigador, Barreto, esgrimió que “los símbolos caraqueños son producto de una imposición conquistadora que luego se secularizó con el tiempo, al punto que muchos lo ven como natural y es todo lo contrario”.
El ahora de Caracas
Ahora, por voluntad política, el Consejo Municipal de la capital de Venezuela, se suprime el escudo de armas, la bandera y el himno de Caracas, todo esto “sin la debida y democrática participación de pueblo venezolano, tal como debería hacerse desde un orden Constitucional. Un pequeño grupo que no expresa a la totalidad, desde sus intereses particulares, no debe sustituir a la democracia participativa y protagónica”.
“Lo negativo del cambio que hoy se propone, es que se hace desde la imposición, lo que puede derivar en mal gusto y exhibición de ignorancia. Y en el amontonamiento de imágenes sin ningún criterio histórico”, subrayó Barreto.
Acotó que “el riesgo de caer en imágenes infantiles, escolares, planas y sin sentido es delicado cuando no hay debate y no se cuenta con el respaldo popular y académico. De una apresurada mezcla no puede salir nada bueno, solo algo desagradable y carente de argumentos sólidos y serios. Gabriel García Márquez hablaba de personas y objetos pavosos y se refería a todo aquello lleno de mal gusto y falta de imaginación creativa, ¡cuidado!”, subrayó.
La reforma de ordenanza
Ante el “Proyecto de reforma de ordenanza de los símbolos de la Ciudad de Caracas del Municipio Libertador”, aprobado en sesión extraordinaria celebrada el día miércoles 13 de abril de 2022, por la Cámara Municipal de Caracas, y ante la “imposición inconsulta de un nuevo escudo de armas, una nueva bandera y un nuevo himno para el Municipio Libertador, el debate queda para la reflexión ciudadana”.
El docente universitario, afirmó que “no es sano para la ciudad, aferrarse al pasado colonial, conquistador, dominador”, no es bueno para las habitantes de esta ciudad “endulzar y crearle una leyenda dorada a nuestra historia colonial, todo cambia, pero es necesario hacerlo de formar democrática consultado a las bases del pueblo”.
Además, agregó que “sería un lindo gesto el rectificar esta acción, que las actuales autoridades dejarán ese asunto de los símbolos para después y se abocarán al tema de los servicios públicos, sorprendiendo gratamente a todos, con un cronograma de obras e inversiones estratégicas, mantenimiento y soporte técnico de servicios como agua y luz”.
Asimismo, afirmó que “una decisión aprobada de esta amanera deja inconforme a la mayoría de la gente que quedó fuera del debate, que además puede ser un nuevo elemento de discordia entre los ciudadanos”.
Para finalizar, el académico resaltó que “lo gracioso y paradójico es que quitan al León (quien en verdad es un perro mastín) pero dejan como borde el escudo colonial, uno no sabe si reírse”.