Desidia sepulcral

Lorena Correa, [email protected] Como era costumbre anteriormente, a pocos días para  conmemorarse el día de los difuntos, los cementerios recibían jornadas de limpieza y desmalezamiento. Este año no fue el caso. 

Héctor Serrano se mostró decepcionado y triste por la desidia en el en el camposanto de La Guaira.

“La última vez que vinimos fue el domingo y dejamos unas flores artificiales que se llevaron, ya ni eso respetan, y nadie responde porque no hay seguridad”.

Indicó que las profanaciones están a la orden del día y a pesar de las denuncias de los parientes no se han logrado tomar los correctivos para erradicar la situación.

“Las profanaciones ya son un hábito. Semanalmente se registran hasta 20 tumbas violentadas. Esto no puede estar pasando, es una falta de respeto para los difuntos y sus familiares”.

Le hace un llamado a los deudos a acudir periódicamente al cementerio para evitar que se continúen presentando estos actos.

“También las autoridades regionales deben ocuparse del tema, y los concejales deben pautar dentro de su agenda una ley que penalice los delitos dentro de los cementerios”.

Serrano manifestó que los responsables deben responder. “No es justo que esto pase y ellos no sepan nada. No todos ingresan en la noche, muchos lo hacen de día y no son castigados. Hay mucha complicidad. Santeros y delincuentes no dejan descansar en paz a los muertos”.

Denuncian pésimo servicio del cementerio de La Esperanza

En el Cementerio de La Esperanza, en Carayaca, se realizó una misa por el eterno descanso de los difuntos a cargo del párroco de Las Tunitas, el padre Armando, quien pidió realizar al menos mensualmente una oración por las ánimas del purgatorio.

Durante el recorrido, familiares denunciaron que el servicio en el lugar es cada día peor. “No hay agua y no cumplen con el servicio”, aseveró Georgina Caraballo.

Manifestó que desde hace aproximadamente cuatro años, cuando pasó a manos de la Alcaldía, ha decaído mucho y la calidad del servicio es pésimo.

“El mantenimiento lo cobran y no lo hacen. Nosotros debemos venir periódicamente a limpiar el espacio, porque si pasa mucho tiempo no encontramos la tumba”.

Sonia Velásquez aseguró que la falta de vigilancia está afectando la visita de los parientes. Muchos llegan, colocan las flores y se van por miedo a ser víctimas del hampa.

“Ni los difuntos se salvan, hace menos de cuatro meses hurtaron 700 lápidas. Por eso estamos alertas, incluso a veces los mismos empleados nos llaman para decirnos que estemos pendientes”.

Yamilet Aguilar destacó que a la tumba de su hijo se le llevaron las flores artificiales y el domingo debe regresar a hacer el trabajo de nuevo porque se lo dañaron.

“Lo peor es que nadie da la cara cuando queremos formular una denuncia, pedimos explicaciones y no somos atendidos. El lugar parece estar abandonado”./va

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