«El 67% de los más pobres recurren a la mendicidad para comer»
La nutricionista Susana Raffalli, especialista en seguridad alimentaria y asistencia humanitaria, ve a diario los rostros del hambre. Estima que en Venezuela hay entre 5 y 6 millones de personas en inseguridad alimentaria, que no comen bien, que no comen lo que quieren o que incluso llegan a la mendicidad para poder alimentarse al menos una vez al día.
“El porcentaje de familias que han recurrido a la mendicidad y pedir en las calles, incluyendo ir a los basureros de restaurantes o a los mercados, lo tenemos en marzo (de 2024) en 67%”, aseguró Raffalli.
Aunque la cifra está lejos del 83% que se registró en 2017, cuando en Venezuela se agudizó la crisis humanitaria debido, entre otras razones, a la escasez de alimentos y la pérdida del poder adquisitivo, es 11% mayor que la registrada en abril de 2023, lo que revela un deterioro en la capacidad de las familias para alimentarse, indicó la asesora de nutrición de la organización Cáritas Venezuela.
«Hay familias que dicen cernir la harina que llega del Clap, apartar los gorgojos y los gusanos, y hacer las arepas con el resto»
La estadística es el resultado de 6.214 entrevistas que hicieron organizaciones humanitarias que trabajan para paliar el hambre en Venezuela, como Cáritas, en 9 ciudades de 9 estados del país. “Son las entrevistas a familiares que llegan a nuestras organizaciones a recibir ayuda. Es representativo de la gente que está peor”, explicó Rafalli.
La mendicidad no es la única estrategia que aplican las familias más pobres para poder saciar el hambre, esa sensación física que puede llegar a ser dolorosa cuando no se consumen suficiente alimentos.
Raffalli destacó que también hay quienes acuden a los comedores sociales o ingieren lo que nunca hubiesen querido comer, como alimentos dañados. Esos indicadores aumentaron entre 11% y 12% en el último año. Hasta marzo de este 2024, 38% de los entrevistados por las organizaciones indicaron que asisten a programas de donación de comida y 46% revelaron que consumen alimentos que preferirían no haber comido jamás.
“Son estrategias muy dolorosas. Me parece devastador el nivel al que pueden llegar como familia para decir no me gusta esto, pero lo tengo que hacer. Cuando le preguntas a qué te refieres: a cernir la harina que llega del Clap, apartar los gorgojos y los gusanos, y hacer las arepas con el resto, o no tener para comprar aceite y sacarle el aceite a unos pellejos de pollo”.
Que esto esté por encima del 40% o 60% de los hogares es devastador, sostiene. “Revela que hay una tendencia al deterioro con respecto al año pasado”, alertó la defensora de derechos humanos.
Con información de El Pitazo