Venezolanos varados en Costa Rica sobreviven por la caridad humana

Hace un mes y dos semanas, Alexander Principal, un venezolano de 23 años, cruzó de forma irregular la frontera de Costa Rica, luego de haber atravesado la selva del Darién para seguir su destino hacia Estados Unidos, pero de un momento a otro todo cambió.

“Yo llegué hasta aquí justo cuando empecé a ver en las redes que estaba complicada la situación en la frontera de Estados Unidos”. Los migrantes venezolanos comenzaron a ser expulsados a inicios de octubre de la frontera sur de Estados Unidos bajo el Título 42, una medida de control de salud por el covid-19.

Varios se quedaron varados en su paso por Centroamérica y Costa Rica ha sido uno de los países donde a diario pernoctan cientos de migrantes en sus calles.

Alexander fue uno de ellos, pero rápidamente encontró una alternativa para sobrevivir en San José, en donde dice que trabaja medio tiempo y el resto del día lo ocupa para apoyar en las obras benéficas que realiza la Asociación Obras del Espíritu Santo, que acoge a cientos de migrantes y les entrega comida.

Esta asociación reparte a diario casi 300 platos de comida para los venezolanos y personas de escasos recursos. Una gran parte acude a su sede, pero por las noches realizan recorridos en microbuses para llevar platos de comida a los migrantes que se encuentran en terminales de buses.

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