Para Wilson De Olim ayudar a otros es lo más gratificante del mundo

No se necesita de muchos recursos para ayudar a otros, basta con tener la voluntad de colaborar como es el caso de Wilson De Olim, quien desde hace 3 años se ha dedicado a llevar alimentos, medicinas y ropa a las barriadas más necesitadas de La Guaira.

Todo comenzó con una invitación que recibió para ayudar a un niño con cáncer, experiencia que calificó como la “más gratificante que puede existir en el mundo”.

Esto lo llevó a asistir a otro pequeño, oriundo de Carayaca y de bajos recursos, quien padecía esta terrible enfermedad. En el Seguro y en el Periférico ha entregado no solo medicinas, sino juguetes y ropa.

Pero su labor social no se limitó únicamente a estas acciones. La visita a los comedores parroquiales de la Iglesia, donde semanalmente son atendidos niños hasta los 16 años, fue otra de las experiencias que lo enriqueció y lo impulsó a llevar alimentos a aquellos lugares que no pueden acceder a este beneficio.

“Me metí en los barrios y allí comencé a realizar jornadas de comida. He colaborado con los comedores de Mamo, Vista al Mar, Las Salinas y Caraballeda”, señaló De Olim.

La ayuda la recibe del exterior de buenos samaritanos anónimos que les envían dinero. “Dependiendo de los donativos y de los casos, planificamos las jornadas de alimentación o la entrega de medicinas y ropa”.

En 3 años ha visitado más de 50 sectores populares, desde Caribe hasta Las Salinas, sin mencionar las ayudas constantes ofrecidas a los niños con cáncer y a aquellos sin padres o con síndrome de Down. La jornada más reciente fue la que realizó este sábado en Canaima, donde prepararon 70 platos de sopa para adultos y niños.

Expresiones como “no nos dejes”, “ojalá fueras alcalde o gobernador”, “cuando vengas a esta casa te ayudaremos a cocinar”, “siempre eres bienvenido” escucha a diario de los beneficiados. Lamenta no poder ayudar con más, porque hay muchos que les piden camas clínicas y sillas de ruedas, con las cuales no cuenta.

Pequeños voluntarios

Pero su labor no sería posible sin la colaboración de 15 jóvenes voluntarios, entre los 11 y 17 años, y ocho adultos, quienes lo acompañan en las actividades sociales que realiza dos veces al mes. Sus compañeros de trabajo también lo animan a continuar y muchos de ellos lo ayudan.

Destacó el trabajo de Emmanuel Espinoza. El primer niño que lo ayudó, y hoy a sus 16 años es el líder de todos por su experiencia y por ser un buen estudiante.

Igualmente, la de Diego Rodríguez, quien a pesar de estar luchando contra el cáncer lo acompaña en la entrega de juguetes en hospital José María Vargas en La Guaira.

“Les inculco valores y agradecimiento a Dios, porque tienen la dicha de dar a otros. Les enseño que ayudar es importante en la vida y que estén agradecidos por lo mucho o lo poco que reciben de sus padres”./jd

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