Hasbely Bolívar
Algunos vendedores ambulantes se dedican a la albañilería u otras labores entre semana para poder subsistir y solo los fines de semana, desde bien temprano, salen a recorrer los balnearios del este y oeste para tratar de hacer algo de dinero en el día.
Adriano Chávez, quién tiene 12 años como vendedor de helados, cuenta que comenzó en las paradas de autobuses de Gato Negro en Caracas, época en la que vendía hasta 25 bolsas diariamente y era suficientes para mantener a su familia, comer en la calle y darse uno que otro lujo.
Actualmente, recorre Playa Vasito hasta Candileja ofreciendo sus helados a los bañistas, perfectos para un día soleado y sin embargo tiene que dar varias vueltas para poder vender algo.
«El chupi lo tengo en un bolívar y a pesar de que es barato no vendo casi nada. El sábado solo vendí tres chupis en todo el día y hoy (ayer) vendí uno. Todo se ha complicado el doble», expresa.
José Mendoza es otro de los vendedores playeros con más de 23 años recorriendo las playas. Ofrece el rompe colchón y las 7 potencias que están hechos de camarones, calamar, pulpos, mejillones, chipichipi y otros productos del mar.
El pote más pequeño lo tiene en $5 y el familiar en $8 y dice que en un fin de semana bueno puede vender 10 potes, «cuando antes vendía hasta 50».
Señala que son porcentajes muy bajos, pero también reconoce que hay demasiada competencia para tan poca clientela que está dispuesta a consumir en la playa. «Las familias se traen hasta el agua de su casa para no gastar dinero».
En Playa Candileja también se observa la venta de salvavidas y bronceadores, productos que no pueden faltar un día de esparcimiento. Javier Rada, vendedor, menciona que es muy cansón recorrer toda la playa bajo el sol y vender lo mínimo.
Sobre los precios, el salvavidas está en $5 y el bronceador del pote pequeño en $2, las raquetas en $5, al igual que el tobo con pala y muñecos para niños.
«La gente busca lo más barato que es el bronceador. Yo mantengo la esperanza de que todo algún día esto mejore»./jd