Grupos de connacionales deben luchar a su paso por la capital nicaragüense para continuar su viaje rumbo a Estados Unidos, a pesar de la nueva medida migratoria de expulsarlos si entran de forma irregular.
La presencia de los venezolanos es notoria en semáforos y calles próximas a la terminal de autobuses de El Mayoreo, un paso obligado por Managua, donde ofician de vendedores ambulantes, limpian vidrios de autos o piden ayuda para seguir su viaje al norte.
Duermen en carpas o bajo toldos improvisados junto a los árboles, o en las bancas de la terminal. Los nicaragüenses se muestran solidarios con sus penurias.
La nueva política migratoria de Estados Unidos de expulsar a los venezolanos que ingresen de forma irregular tomó por sorpresa a muchos migrantes mientras atravesaban la selva panameña de El Darién en condiciones de extremo peligro.
Alberto Jiménez, de 28 años, proviene de La Guaira y asegura que «uno hace lo que sea para seguir avanzando: recoger basura, vender chupetas; me ha tocado hasta pedir dinero».
A su lado, está Fidel Burgos, de 25 años. Su compañero de viaje dice tajante: «el único que me puede detener es Dios, pero no el presidente Biden»./yg