Venezolano violó y asesinó a liceísta y vecinos lo mataron
El inmigrante venezolano Alexander Carrillo, de 55 años, emigró a Cáchira, en la zona rural del norte de Santander, Colombia, donde trabajaba como jornalero a destajo en una hacienda, cerca de donde vivía la adolescente de 16 años, Karina Blanco, una estudiante del último año de bachillertato que había llamado su atención.
El sujeto le hizo un seguimiento y ya sabía que Karina salía todos los días a las 6:00 de la mañana de su casa en el sector La Asterina de Cáchira, caminaba aproximadamente 40 minutos por un camino de tierra para llegar a la carretera donde tomaba un bus que la llevaba hasta su colegio, ubicado en Pueblo Nuevo, El Playón de Cáchira.
El martes 3 de mayo, fue el día escogido por el sujeto para poner en marcha su plan: esperó a que la jovencita se alejara de su casa y la comenzó a seguir con sigilo; pero ella se dio cuenta de que la seguían y tomó disimuladamente una foto del hombre y se la envió a su tía.
“Me siento perseguida”, chateó angustiada.
Luego, silencio.
Sus familiares se alarmaron, sin embargo primero fueron al colegio, y al confirmar que no había llegado, de una vez dieron la alarma a los vecinos y se inició la búsqueda de la muchacha, apoyados por un organismo de socorro.
También buscaban al sujeto captado en la foto que alcanzó a mandar Karina, en la que se observaba, aunque borrosa, la imagen de un hombre mayor, vestido con pantalón azul, con un bolso tricolor de los cientos de miles que repartió el gobierno de Venezuela a sus seguidores chavistas y no chavistas, y que hoy identifican a los cientos de miles de venezolanos pobres que emigran caminando a Colombia, Ecuador, Perú o Chile.
Ese bolso tricolor, muy visible en la foto, apuntaba a un venezolano, a cualesquiera de los pocos que habitan en esa zona campesina, aunque luego se precisó que pertenecía a Alexander Carrillo, quien al momento de ser localizado se había cambiado la camisa y ahora llevaba una franela roja de las muchas que se utilizaron durante alguna campaña electoral, y que ahora solo se usan cuando ya no hay más nada que ponerse. El hombre al ser presionado por los vecinos confesó que sí que había violado a Karina, que la apuñaló hasta matarla, y también en qué punto del río había lanzado su cadáver.
Todos se dirigieron al sitio señalado y allí la encontraron: tenía, en efecto, varias puñaladas.
La noticia se extendió con rapidez: la joven orgullo de la comunidad, que era ejemplo de disciplina y dedicación al estudio, había sido violada y asesinada. La rabia y la impotencia llevaron a que decenas de personas decidieran tomar justicia por cuenta propia: Le cayeron a golpes y palos al asesino-violador, con las peores intenciones, pero llegó la policía e impidió que lo mataran.
Se lo llevaron detenido a la Comisaría, donde estuvo solo unas horas, porque las autoridades sentían que el ambiente de descontento y rabia aumentaba, al igual que el número de vecinos que se unían.
Había que sacar a Alexander Carrillo de allí. Y cuando iban a trasladarlo a la ciudad, un camión le cerró el paso a la patrulla policial, y decenas de vecinos se enfrentaron con los policías, sacaron al detenido de la patrulla y otra vez le cayeron a golpes y palos. En la confusión del forcejeo alguien le dio una certera puñalada a Carrillo, quien cayó al piso de tierra, retorciéndose de dolor.
“Cuando estaba en el suelo, agonizando, la población no permitió que se le auxiliara, en una acción reprochable que debe ser castigada”, afirmó el alcalde de Cáchira, Javier Pabón.
karina era una adolescente con sueños de crecer, de estudiar y ser psicóloga. De noble corazón, que quería ayudar a sus madre y hermanos como lo expresó en un escrito donde hablaba sobre su proyecto de vida.