Varguenses exigen que la red pública vuelva a vender pollo y carne
María Elena Moreno, [email protected] Tener presencia de proteína animal en el plato se ha vuelto un lujo para los venezolanos, quienes sobreviven con lo que hay en tiempos de inflación y escasez. Las amas de casa aseguran que han reducido a no más de cuatro veces el consumo de carne o pollo en la semana.
“El kilo de carne ya está en 3.000 bolívares, y si compro dos muslos es una cantidad similar. Cada vez estamos peor, ni siquiera con granos uno se puede bandear porque el kilo está sobre los 1.500 bolívares”, comenta Carmen Rojas.
Por su parte, Ana María López señala que ha tenido que movilizarse hasta el Mercado de Quinta Crespo en busca de precios más baratos. “Se come salado cuando se puede, porque el sueldo no alcanza para nada. Ya uno no come lo que quiere, sino lo que hay”.
En la red pública no hay salado
Comprar barato en Pdmercal o Pdval dejó de ser una opción hace cerca de tres meses, cuando quedó en el limbo el despacho de productos fríos a todos los módulos. Los usuarios señalan que no recuerdan cuándo fue la última vez que compraron pollo de 65 bolívares o carne de 250 bolívares el kilo.
“Ni siquiera haciendo la cola se consigue. Los enlatados tampoco están llegando a los módulos. Cuando me toca tengo que venirme con mi hijo, que es especial, a ver si corro con suerte de comprar algo”, destaca José Díaz.
Muchos usuarios han denunciado que en diferentes módulos se han llegado a podrir cajas de carne, porque no se les da la refrigeración debida. “En una oportunidad ocurrió en el Pdmercal de La Zorra y la gente se molestó muchísimo. Es un abuso que ocurran estas cosas, cuando la gente tiene tanta necesidad. Carne ahora uno come a veces”, agrega Edimar Jesica.
Resuelven con sardinas y vegetales
Para solventar la escasez los consumidores optan por sardina, pescado barato y vegetales. “Me ha tocado comer solo arroz con ensalada porque no hay más nada. Da miedo que la salud se deteriore por la mala alimentación que tenemos”, resalta Marcela Ibáñez.
Carmen Piña cuenta que ha tenido que asar vainitas y espinacas para completar el plato. “Entre las colas y la falta de comida estamos sobreviviendo. Hay que ingeniárselas, porque si no nos morimos de hambre”.
Hay a quienes las opciones se le agotan por completo. “En mi casa ya no me queda nada, a veces hago la cola para nada. Tengo tres semanas sin llevar a mi hija al colegio porque no tengo con qué hacerle la comida”, se queja William Melo.
El llamado es a los voceros de la Misión Alimentación en el estado para que gestionen una mejora en el abastecimiento de los módulos. Sugieren que los camiones lleguen full de comida todos los días, para que ningún usuario se lleve la compra chucuta./MEM/ar