Manifestantes enfurecidos tomaron por asalto los ministerios de Asuntos Exteriores, Economía y Medio Ambiente este sábado en Beirut, mientras la indignación crece entre los libaneses cuatro días después de la gigantesca explosión que dejó cientos de muertos y conmocionó al mundo.
Miles de personas, algunas con horcas en la mano, se concentraron en el centro de la ciudad para exigir la dimisión de dirigentes políticos a los que piden cuentas por la explosión del martes que devastó la capital libanesa y dejó al menos 158 muertos.
Cerca de la plaza de los Mártires, epicentro tradicional de las manifestaciones en la capital, se produjeron enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad, que lanzaron gases lacrimógenos, y jóvenes que lanzaron piedras.
Para los libaneses, que acumulan el peso de una crisis económica inédita, la explosión es la gota que colmó el vaso y alimentó un movimiento de protesta que comenzó en octubre contra la clase dirigente, considerada corrupta e incompetente, pero que había perdido fuelle por la pandemia de coronavirus.
Las Fuerzas de Seguridad indicaron en Twitter que “un miembro del Ministerio del Interior murió en el proceso de mantener la seguridad mientras asistía a detenidos dentro del hotel Le Gray, después de ser atacado por varios alborotadores asesinos, lo que llevó a que cayera y muriera”.