Ya ha pasado un año, pero ni la NBA ni el mundo del deporte en general se han recuperado totalmente del vacío que dejó la muerte de Kobe Bryant, leyenda absoluta del baloncesto y también una figura cuyo carisma se extendió mucho más allá de la cancha.
Bryant, que falleció el 26 de enero de 2020 a los 41 años cerca de Los Ángeles en un accidente de helicóptero en el que murieron otras 8 personas, incluida su hija Gianna de 13, es el cuarto máximo anotador histórico de la NBA, habiendo ganado 5 títulos con los Lakers de Los Ángeles.
Pero al margen de las estadísticas fue un feroz competidor, un emblema para la ciudad de Los Ángeles con una conexión muy especial con su comunidad latina y una persona tan ambiciosa que se convirtió en el primer deportista profesional en ganar un Óscar por el cortometraje animado Querido Baloncesto en 2017.
Después de tantos meses de pandemia y de sufrimiento en todo el planeta, cuesta recordar y calibrar la enorme conmoción que causó la noticia de la muerte de Bryant. Sin embargo, no es descabellado asegurar que gran parte del mundo se paralizó por un instante en la mañana de aquel 26 de enero.
Poco antes del mediodía, el medio especializado en noticias de famosos TMZ lanzó una alerta asegurando que el jugador había fallecido, una noticia que, tras unos minutos de desconcierto y pasmo entre el resto de medios y las autoridades, terminó confirmándose.
Muy poco después, los alrededores del Staples Center, el estadio en el que Bryant vivió noches de gloria con los Lakers, se convirtieron en el centro de un homenaje improvisado por unos fans que todavía no acababan de creerse lo sucedido.
Fuera del ambiente estrictamente deportivo, la manifestación de amor por Kobe más cariñosa se dio en Los Ángeles, donde, casi de la noche a la mañana, aparecieron decenas de murales callejeros para no olvidar jamás al ídolo de los Lakers.