El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado un giro radical a las políticas migratorias de su administración, autorizando redadas en lugares históricamente considerados “zonas protegidas”, como escuelas, iglesias y hospitales.
Esta medida, anunciada este martes, forma parte de una estrategia más amplia que incluye deportaciones masivas y otras decisiones controvertidas reveladas en su discurso de investidura.
Con la eliminación de las restricciones que protegían estos espacios, las operaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) podrán realizarse en lugares donde anteriormente se buscaba evitar el temor y la interrupción de servicios esenciales.
Según Trump, esta decisión responde a su compromiso de cumplir las leyes migratorias de manera estricta: “Todas las entradas ilegales serán bloqueadas de inmediato”, afirmó.
La medida ha generado alarma entre grupos pro derechos humanos y comunidades religiosas, quienes advierten sobre el impacto desproporcionado en familias y personas vulnerables.