Rómulo Herrera.- Por primera vez en estos casi 18 años de incansable lucha en pro de las mejores causas del pueblo varguense, el diario La Verdad fue objeto, este viernes 12 de junio, de un cierre por parte de los organismos públicos, liderados por el Procurador del Estado.
Fue una acción que sorprendió a toda esta gran familia que es La Verdad, y que, de inmediato, tuvo un rechazo contundente de parte del colectivo en general, que se manifestó en una oleada de apoyo a través de las redes sociales y las vías telefónicas, aliviando ese trago amargo.
Los consejos comunales, sindicatos, gremios profesionales, dirigentes políticos de todos los bandos y luchadores sociales se unieron en una sola voz, para apoyar al único diario de Vargas, el que sirve a la comunidad, sin distingo de colores. Era la voz del pueblo que se hizo sentir por todas partes, exigiendo que se respete a su medio impreso de expresión y de información, provocando la necesaria y urgente rectificación.
Y estamos aquí, para seguir cumpliendo nuestra misión, divulgando las necesidades, inquietudes y aspiraciones de nuestro estado, en la búsqueda de las soluciones que los organismos públicos deben dar. La Verdad busca el equilibrio, la unión, la participación de todos, porque somos el vehículo para la denuncia, amplificamos la voz del pueblo, para que se oiga más fuerte, para que haya soluciones, para que se corrijan las fallas, con la firme voluntad de construir, nunca de destruir, siempre listos para exaltar todo lo bueno, con el mayor equilibrio, humildad y responsabilidad porque, por principios, buscamos el desarrollo, la convivencia, el respeto y la mejor calidad de vida para todos.
Apreciamos en grado sumo el apoyo del pueblo de Vargas, solidario y unido por las mejores causas. Mil gracias a todos los que pusieron su grano de arena en la rápida solución a este impasse que quedará en la historia para que no se repita jamás. Hoy podemos decir que, gracias al apoyo de todos, a todos los niveles, triunfó el poder en manos del pueblo, es decir, la democracia