Tener 50 años y una tensión arterial tirando a alta, pero dentro de los límites habitualmente utilizados, puede aumentar el riesgo de padecer demencia en etapas posteriores de la vida, independientemente de que la persona sufra problemas cardiovasculares.
Así lo sugiere un estudio que publica European Heart Journal como resultado de un estudio de larga duración llamado Whitehall Studie II, que investiga los determinantes sociales de la salud, en especial la prevalencia de enfermedades cardiovasculares y la tasas de mortalidad, entre funcionarios británicos.
El estudio concluye que a los 50 años tener una presión sistólica -la comúnmente denominada alta- de 130, es decir, por debajo del nivel de 140 que se usa para definir hipertensión, “está asociado con un incremento del riesgo de demencia; es esas personas ese exceso de riesgo es independiente de tener enfermedades cardiovasculares”.
De la muestra, habían desarrollado demencia 385 personas de la muestra, y quienes tenían una tensión sistólica de 130 o más a los 50 años registraron un riesgo 45% mayor de padecer esa enfermedad que los que a esa edad la tenían más baja.
Sin embargo, esta asociación no se observó a los 60 y 70 años ni con la tensión diastólica -comúnmente denominada baja-, agrega el comunicado del Inserm.
Existen diversos tipos de trastornos mentales orgánicos, entre ellos los derivados de problemas vasculares, el alzheimer o el parkinson.