En el primer semestre del año, el dólar se había mantenido entre los 4 y 6 bolívares, cuando en realidad las estimaciones de los economistas señalan que debería estar por encima de los 20.
Así lo expresa el economista Leonardo Vera, profesor de la Universidad Central de Venezuela, quien recuerda que el tipo de cambio es un termómetro. En agosto alcanzó los 9 bolívares, según el dólar paralelo, un salto abrupto que también dispara la incertidumbre.
“Tener una represión salarial y anclar el tipo de cambio cuando no tienes más municiones de divisas no es lo más acertado. Tenemos el encaje bancario más alto del mundo, lo que también ha ralentizado la recuperación, y además un mercado cambiario inadecuado, donde no hay muchos incentivos para que los privados inyecten dólares y el único oferente es el Banco Central de Venezuela”.
En ese sentido, dice que lo que sucedió en agosto demostró que la incipiente recuperación tiene techo y que la estabilidad del cambio no ha logrado que las personas confíe nuevamente en el bolívar, “un esquema así revienta en cualquier momento”.
Si bien algunos sectores y regiones han experimentado un crecimiento, impulsado básicamente por un aumento en la capacidad de consumo, Vera vislumbra que lo que ha pasado estas últimas semanas compromete las previsiones positivas para el cierre de 2022.
“Vienen pasando cosas que no auguran que tengamos un crecimiento tan vigoroso como el que se ha previsto: la producción petrolera está estancada o cayendo, los salarios en dólares no han crecido los últimos tres meses. En ese sentido, el precio puede que termine sobre los 15 bolívares a finales de año”.GH/jd