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El diario acontecer de la política venezolana bajo la conducción de la ¨revolución¨, no podría ser peor, y más lamentable.

25 años ininterrumpidos de gobierno abusivo, y mediocre en su ejecución, marcan una huella negativa imborrable en todos los órdenes. Desde el punto de vista socioeconómico es casi imposible estar peor.

Todos los indicadores económicos marcan un retroceso significativo respecto de lo que fueron las cifras exhibidas a lo largo del período de la democracia representativa de 1958-1998.

De la producción petrolera diaria de 3.5 millones de barriles de petróleo de entonces, hemos pasado a esta ruinosa situación en la que –a duras penas- y con la ayuda de empresas extranjeras, la producción no llega al millón de barriles diarios. Todo ello, luego de haber triplicado el número de empleados de Pdvsa a lo largo de su gestión, en la que ha privado el ánimo clientelar, y no el profesional.

Lo mismo puede decirse de otras áreas de la economía, como las empresas de Guayana; las zonas industriales de Aragua; Carabobo; Guarenas-Guatire. Las zonas libres de Falcón y Nueva Esparta. La actividad del sector agropecuario; la vialidad urbana; suburbana, y agrícola. El sector construcción; el transporte superficial, y subterráneo.

En el área de los servicios esenciales la situación es una calamidad por donde se le mire: los sucesivos apagones en todo el país se hacen cada vez peor; las empresas hidrológicas absolutamente decadentes e inoperantes por falta de inversión; la red hospitalaria en el suelo; el Metro de Caracas, antigua ¨joya de la Corona¨, hoy es una ruina en cuanto a operación; mantenimiento, y servicio.

La ¨revolución¨ tiene el récord de incapacidad administrativa más elocuente del hemisferio, solo comparable con Cuba, y los países más pobres de África, pero –eso sí- la más alta productividad en cuanto a corrupción se refiere. Dilapidaron una inmensa fortuna percibida por el país en materia petrolera, hasta convertirnos en la penosa situación actual.

En lo social el panorama es similar; empleos precarios; salarios miserables; amplio desempleo; pensiones  y jubilaciones ridículas. Control social a través del hambre y la provisión de bolsas de comida cada vez de peor calidad. Por donde se le mire es un fracaso, pasados 25 años. Sí, un cuarto de siglo.

En lo político, el desempeño no puede ser más ruin y vergonzoso. Destruyeron todo el ámbito institucional mediante la violación sistemática de la Constitución que ellos mismos impulsaron de manera tumultuaria, pero que hoy les resulta incómoda para su voracidad, y su deseo de poder infinito y perpetuo.

Para ello, no solo se han aprovechado de la invasión de todos los poderes que les regaló la abstención, sino que además reparten migajas en sectores de una ¨oposición¨ dócil y servil, que aprueba todo cuanto el poder autoritario, hoy devenido en dictatorial, ordena.

Es tanto el poder acumulado, y el abuso sistemático, que se olvidan hasta de las formas más elementales, como el respeto a la legalidad que ellos mismos instituyeron.

Convocaron con ventaja; premeditación y alevosía el adelanto de las elecciones presidenciales para hacerlas coincidir con el fetiche del nacimiento de Chávez. Para ello, violaron todas las disposiciones en el orden electoral; inhabilitaron personas; vetaron candidatos, hasta que finalmente aceptaron al que creyeron más débil y conveniente a sus intereses.

Cerraron hoteles; restaurantes; carreteras; calles; tumbaron árboles; emisoras de radio; intervinieron redes sociales; utilizaron los recursos públicos para favorecer al candidato del oficialismo; le echaron tierra en los ojos al adversario, le amarraron los brazos en la espalda; lo humillaron, y aún así, el hombre les dio una paliza electoral que ha desatado todos los demonios en el seno del gobierno.

Lo expulsaron al exilio con chantajes, y amenazas; empujaron a la clandestinidad a la líder de la oposición; forzaron el refugio de varios dirigentes en embajadas; encarcelaron de manera miserable a casi dos mil ciudadanos inocentes, entre quienes se cuentan mujeres; periodistas, y menores de edad sometidos a torturas y tratos inhumanos y degradantes; mediante la violación del debido proceso. Por si todo esto fuera poca cosa, ahora asedian la residencia de la anciana madre de la líder opositora María Corina Machado, demostrando un grado superior de miseria y ruindad.

Se niegan a negociar, a pesar de haber sido ampliamente derrotados, y han puesto a su servicio toda la maquinaria del poder para humillar al adversario y con él, a todo el país que votó en su contra de manera decidida. No entienden que en política se pierde y se gana, y perder no significa el fin de la vida, como les dijo el Presidente Lula del Brasil.

Por su parte, la oposición todavía no logra articular un equipo dirigente político-social que potencie la actividad del candidato ganador en el exilio, y de la líder opositora en la clandestinidad para impulsar la creación de mecanismos de intercambio; negociación y acuerdos con el gobierno para persuadirlos de la necesidad de una transición pacífica y una gobernabilidad con garantías de respeto mutuo. El tiempo sigue avanzando y se hace urgente negociar.

Hay que cerrarle el paso a la ingobernabilidad.

@romanibarra

*La Verdad de Vargas no se hace responsable por las opiniones emitidas por los articulistas y colaboradores

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