“El sector agrícola está completamente desasistido, en todo lo que significa la dotación de equipos e insumos agrícolas. Solo regalan unos machetes, alguna que otra manguera y semillas en período electoral, entre tanto, las vías agrícolas presenta diversas fallas de bordes, grandes zanjas, pues la mayoría de las carreteras son de tierras. El apoyo gubernamental es nulo y para lograr la soberanía alimentaria esto es básico”, dijo Sofia De Pascuale, productora agrícola de El Junko.
Expresó que son zonas de difícil acceso en condiciones ambientales normales, en periodo de lluvia son intransitables y por ende no se pueden sacar las cosechas a tiempo.
Resaltó que Agropatria se acabó, no tiene semillas ni herramientas, tampoco presta asistencia técnica ni financiamiento, “nada que ver con lo que antes hacía Agroisleña”.
«Los agricultores estamos pagando las nefastas consecuencias de la expropiación de Agroisleña, pues dieron al traste con la existencia de suficientes productos, como semillas, fertilizantes, agroquímicos y herramientas».
Mientras funcionaba la empresa, los productos se adquirían en cualquier lugar, además de contar con el apoyo que le brindaban al productor, préstamos agrícolas, cursos de formación, entre otros beneficios.
“Jamás habrá soberanía alimentaria mientras no exista una política agrícola en la cual se respalde al productor del campo, que ahora tiene que competir de manera desigual con el contrabando de productos agropecuarios, provenientes de Colombia y Brasil, facilitada por el Gobierno que permite la importación de alimentos agrícolas.
No valoran el esfuerzo de los venezolanos que nos dedicamos a la labor agrícola, viéndonos prácticamente obligados a perder nuestra producción”
Argumentó que el mercado está invadido de productos colombianos y brasileros. Tampoco existe un centro de acopio para los productores varguenses, «en ocasiones tenemos que regalar prácticamente nuestra mercancía a los aprovechados del Mercado de Coche, esa es la realidad. Para sembrar la tierra, es necesario limpiar el terreno, arar, abonar, regar, controlar la maleza, cosechar, amarrar y cargar, es un trabajo duro que los gobernantes no han valorado en su justa dimensión y por ende aniquila la demagógica soberanía alimentaria tan cacareada y distante de la realidad social»./BR
(Por: Beatriz Rodríguez // brlaverdad@gmail.com)