Rómulo Herrera
Shanghái la capital financiera de China y uno de los principales centros financieros del mundo, es la sexta ciudad con más multimillonarios, mientras Beijing ocupa el cuarto y Shenzhen número 8, lo que convierte a China en el país con el mayor número de ciudades en el top 10 de multimillonarios del mundo.
Algunas predicciones bien fundamentadas prevén que China se convertirá en la mayor economía del mundo para 2028, pero su capital comercial y financiera, Shanghái, con más de 24 millones de habitantes, tiene “las compras exclusivas” de lujo o altísimo nivel más caras que en cualquier otro lugar del planeta, por delante de Hong Kong, que era hasta ahora la ciudad más cara del mundo, según Forbes.
El auge del comercio electrónico ayudó al residente más rico de esta urbe china, el fundador de Pinduoduo, Colin Huang, cuya fortuna se triplicó llegando a 55.000 millones de dólares.
Otros multimillonarios de la ciudad que crecieron con la pandemia son los magnates farmacéuticos Li Ge y Zhong Huijuan, presidentes de Wuxi Biologics y Hansoh Pharmaceutical respectivamente.
Shanghái y Hong Kong son, para el siglo XXI, lo que Nueva York y San Francisco fueron al XX y Londres y París fueron al XIX. La antorcha ha pasado de Europa a Estados Unidos y ahora está en China.
«En la vibrante y bulliciosa Shanghái, con su elegante y sofisticado horizonte, los visitantes y residentes pueden hacer compras de gran lujo de las exclusivas marcas ‘premium’, y disfrutar de la mejor comida internacional preparada por chefs de todo el mundo», según Julius Baer.
Pensar que Mao estudió mucho y dedicó sus más grandes esfuerzos a trabajar por el rescate de su país de la pobreza.
“El comunismo salvará a China”, afirmó con la mayor convicción por allá por el año 1929.
Él puso toda su voluntad y capacidad, aplicó lo mejor del comunismo: la colectivización, las expropiaciones, las comunas y la improvisación. Con el plan de las cuatro plagas, Mao pretendía eliminar a los ratones, moscas, insectos y gorriones, declarándolos enemigos de la revolución. Ordenó matar a los gorriones…y lo hicieron desatando una ola de plagas, que acababan con la cosecha.
Toda la capacidad de trabajo, todo el empeño de Mao, se estrelló contra la realidad: el sistema socialista no funciona, es un desastre y sumió a la gran nación que es China en la peor de las hambrunas, con millones de muertos y desolación.
A la muerte de Mao Tse Tung, ascendió al poder Deng Xiaoping, quien desechó el comunismo y abrió su empobrecido país al liberalismo económico, bajo esta premisa: No importa si el gato es negro o blanco siempre que cace ratones.
El comunismo no crea riqueza, sino pobreza, es un sistema fallido en el cual no hay miles de multimillonarios, como ahora en Shanghai, sino millones de pobres.
Al abrazar el liberalismo económico China ha rescatado de la pobreza a centenares de millones de chinos que hoy se educan, trabajan y crecen gracias a un nivel de desarrollo inclusivo, que respeta y promueve la propiedad privada, que incentiva el emprendimiento y que no quiere transitar de nuevo el camino del comunismo. Lo que quieren es progresar y sentir el orgullo de ser ciudadano chino.