Donald Trump insulta y exagera. Resta importancia a la necesidad de ideas en políticas públicas, se confunde sobre temas internacionales y a veces dice cosas que simplemente son mentira.
Y los vítores de sus simpatizantes se escuchan más fuerte.
Para el estándar que los votantes suelen usar para juzgar a los aspirantes a la Casa Blanca, Trump quizá no debió sobrevivir a su primer día en la contienda para el 2016.
Pero conforme se acercan las fechas para las primeras votaciones en el calendario de nominaciones, Trump se ha afincado como el líder del bando republicano.
“Es completamente refrescante. No se muerde la lengua. Tiene temple y no se le puede comprar”, dijo Leigh Ann Crouse, de 55 años, habitante de Dubuque, Iowa.
Crouse es una de decenas de votantes entrevistadas las últimas dos semanas por The Associated Press para entender cómo es que Trump ha logrado desafiar las leyes de la gravedad política.
Un rasgo común entre ellos es una profunda frustración y enfado con los líderes políticos de la nación, sea el presidente Barack Obama o los republicanos conservadores que, de acuerdo con estos votantes, no han encarado lo suficiente al ejecutivo demócrata.
Algunos de los entrevistados no han votado en años, o jamás, y quizá no lo hagan en 2016. Pero en estos momentos están embrujados por Trump y su combinación de confianza en sí mismo, historial de empresario exitoso y la promesa de que su cuenta bancaria es lo bastante grande para mantenerlo aislado de las fuerzas que presume han envenenado a Washington.
Cabe decir que no es que estos votantes estén dispuestos a obviar los defectos de Trump para resolver lo que creen son los males del país. Son precisamente esos defectos lo que lo convierten en el líder que Estados Unidos necesita.
“Al menos sabemos cuál es su posición”, dijo Kurt Esche, de 49 años, un votante independiente que asistió a un mitin reciente de Trump cerca de Boston. “Los otros, no confío en nada de lo que dicen. Mienten para ganar votos. Este tipo al menos dice lo que cree”.
“Quizá haya empezado como broma”, dijo Esche, “pero quizá sea el bueno”.
El encuestador republicano Frank Luntz, quien recientemente sostuvo una discusión con un grupo de cerca de 30 simpatizantes de Trump en Virginia, dijo que ese apoyo representa el origen de la popularidad de Trump. Surge no tanto del amor hacia el candidato, sino de la creencia de que las personas que detentan el poder han fracasado.
“Activa el enfado y la frustración que sienten por Washington y Wall Street”, dijo Luntz.
Para muchos, el ascenso de Trump es una reacción a las acciones de Obama, quien ha sido tachado por sus opositores como un líder débil que apacigua a los enemigos del país en lugar de reafirmar el predominio de Estados Unidos en el escenario mundial.
“Somos muy débiles. Ya nadie nos respeta”, dijo Jerry Welshoff, de 56 años, de Franklin, Massachusetts, quien acudió al mitin de Trump cerca de Boston con dudas sobre el candidato y salió convencido de que es la mejor opción para la Casa Blanca.
La frustración entre los votantes no se limita a sus sentimientos hacia Obama.
Welshoff dijo que el Partido Republicano no ha hecho nada sino ceder ante Obama a pesar de tomar el control del Congreso en 2014.
Es la misma queja expresada por Duane Ernster —de 57 años, de Dubuque, Iowa_, quien está decepcionado por los pocos logros de candidatos del movimiento Tea Party elegidos para el Congreso en 2010.
“Nada pasó. No han pasado las cosas como esperábamos”, dijo. “Quizá necesitamos un guerrero más que un político. La gente compara al señor Trump con Putin (el presidente ruso). Si algo se puede decir del hombre, es que se preocupa por el pueblo ruso”.
La asombrosa capacidad de Trump para dar tumbos sin pagar las consecuencias ha desconcertado a sus rivales.
“Simplemente sigue repitiendo las cosas una y otra vez. Y ustedes lo aceptan como si fuera verdad, pero no lo es”, dijo el jueves el exgobernador de Florida Jeb Bush a reporteros en New Hampshire.
Las debilidades de Trump con frecuencia parecen hacerlo más fuerte.
Durante su reciente discusión con simpatizantes de Trump, Luntz exhibió varios videos de momentos poco favorecedores del magnate. Los participantes salieron de la sesión incluso más confiados de dar su apoyo al precandidato.
Por esa razón, Herman Cain, el ex director ejecutivo de Godfather’s Pizza que se encumbró en las encuestas en 2011 para luego desplomarse entre acusaciones de acoso sexual, dijo que cree que Trump podría tener éxito.
“Es un paradigma completamente nuevo sobre cómo se desarrolla la contienda presidencial”, dijo Cain.