Pese a que el río Guaire es la vía principal de desagüe de líquidos residuales de la capital, es el lugar de trabajo de algunos jóvenes que arriesgan su salud a diario al sumergirse con la esperanza de encontrar oro, u otro metal que les genere un sustento.
Aunque el hedor del Guaire es insoportable, la necesidad los obliga. “A mi no me da asco. Lo hago por mis hijos, no lo hago por mí; para llevar comida a mi casa, un kilo de arroz, un trozo de pan, cosas así», señaló uno de los llamados mineros del Guaire.
Son decenas los que escudriñan con lupa los restos sacados de su lecho deteniéndose en cualquier trozo que brille, ya que podría tratarse de algún objeto valioso.