Este domingo se cumplieron 124 años de la consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento, cuya solemne ceremonia se realizó en la Catedral de Caracas precisamente el domingo 2 de julio de 1899 presidida por monseñor Críspulo Uzcátegui, VII arzobispo de Caracas.
Fue el padre Juan Bautista Castro un hombre ilustre con muchos estudios, espiritualidad profunda, convicciones sólidas e inquebrantables, quién insistió frente al papá León XII en esta petición; entre sus argumentos estaba la difícil situación que había afrontado la Iglesia durante la independencia y la primera época republicana así como las nuevas perspectivas que se vislumbraban y que no eran halagadoras para la iglesia.
Se caracterizó por su amor a la Eucaristía dejando un gran testimonio y legado en su ministerio sacerdotal y episcopal. Con esta consagración dio respuesta a la realidad que la iglesia venezolana estaba viviendo.
Al aprobarlo el Papa, monseñor Uzcátegui junto con su equipo fijaron el domingo 2 de julio de 1899, tres día antes del 5 de julio, día de la firma de la independencia de Venezuela, como el momento para consagrar junto con los obispos de todo el país, a Venezuela como la República del Santísimo Sacramento. Fue un día de fiesta, de júbilo, donde sonaron las campanas en todo el país mostrando la alegría de este gran evento.
Con esta consagración la jerarquía de la Iglesia venezolana, se comprometía a configurar a Venezuela con Jesucristo, a relacionar al país profundamente con Dios, a transformar por dentro, a renovar interiormente a todos sus habitantes para que sean capaces de acoger activamente la acción santificadora de Dios, darse a él sin reservas en respuesta a la previa auto adoración de Dios y bajo el impulso de su gracia.