“La almirante se comprometió a que iban a llegar vacunas, gas y gasolina y comida, pero lo primero que llegó fue la comida para lo que antes era un Pdval y que ahora es un negocio privado que vende en dólares, porque ni punto de venta tiene», expresó uno de los habitantes que horas antes formó parte de la protesta para exigir que abran el archipiélago al turismo, la principal y casi única fuente de ingresos de los roqueños.
«Nos tiraron los camiones encima, a alta velocidad, pero aquí está un pueblo unido, pasando hambre, pero unido, pues estamos cansados de tanto abuso. No tenemos ni gas ni plata, pero no aguantamos tanto sufrimiento», agregó otro de los manifestantes, quien destacó que los camiones salieron alta velocidad desde la zona de servicios donde los deja el barco.
Pero otras decenas de roqueños, de una población cercana a 2.000 habitantes, se habían apostado a las puertas del antiguo Pdval para evitar que se descargaran los camiones, pese a la amenaza de las autoridades de que si no dejaban bajar la comida, no descargarían el gas, ni las vacunas y medicinas para el ambulatorio que también iban en el barco.
«No tenemos dólares para comprar la comida que ellos mismos nos quieren vender bien cara y la bendita bolsa del CLAP que nos mandan es puro gorgojo. Aquí hay demasiados niños. ¿Cómo tu alimentas a un niño con algo que está en mal estado?», agregó indignada una roqueña, que hablaba por ella, por su familia necesitada y por el pueblo.
