*La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos dejó un mensaje de hermandad y conciencia ecológica
Desde la selva amazónica hasta la «Chica de Ipanema» personificada por la supermodelo Gisele Bundchen, el espectáculo en el estadio Maracaná recorrió el amplio espectro de la historia de Brasil y desplegó una clara exposición de la necesidad de conservar el planeta.
Vanderlei Cordeiro de Lima, famoso por haber sido empujado por un sacerdote mientras encabezaba el maratón de los Juegos Olímpicos de 2004 en Atenas a pocos kilómetros de la meta, encendió el pebetero en el final de un relevo de la antorcha que comenzó el 3 de mayo en la capital Brasilia.
La llama arribó al Maracaná en manos del extenista Gustavo Kuerten «Guga», uno de los deportistas más queridos en Brasil y quien no podía contener las lágrimas.
Finalizada la ceremonia, la llama fue llevada a otro pebetero en el centro de Río.
Los directores del show, entre los que figura el cineasta Fernando Meirelles, echaron mano de la inagotable cantera de ritmos brasileños para pintar un lienzo de bossa nova, samba y funk tan intoxicante como la sensualidad de Gisele, que arrancó vítores de la multitud al desfilar sola a lo largo del escenario mientras Daniel Jobim interpretaba la canción «La Chica de Ipanema».
Acto seguido, chicos y chicas vestidos de blanco se contorsionaron en un escenario en forma de favela al ritmo del funk. El público se sumó a la celebración al entonar a capela la canción «País Tropical» de Jorge Ben.
El capítulo dedicado a la historia brasileña repasó la génesis misma de los bosques tropicales del país, la colonización portuguesa y posteriores 400 años de esclavitud negra, y el nacimiento de algunas de las metrópolis.
Después del festejo, viene la resaca. En este caso, un sobrio mensaje sobre los efectos del calentamiento global, con imágenes aéreas de algunas de las principales ciudades del planeta y simulaciones digitales del avance de las aguas sobre la tierra a medida que se derriten las capas polares.
«El calor está derritiendo la capa polar», advirtió una voz. «Está desapareciendo muy rápido».
El desfile
Como es la tradición por tratarse del país donde nacieron las olimpiadas, Grecia encabezó el desfile de más de 10.500 deportistas de 205 países, además de una delegación de atletas independientes y, por primera vez, un equipo de 10 refugiados de países en conflicto que desfiló bajo la bandera olímpica.
La delegación de los refugiados, una de las más aplaudidas, tuvo como abanderada a Rose Nathike Lokonyen, quien huyó de Sudán del Sur y corrió su primera carrera en un campo de refugiados en el norte de Kenia. Tan sólo la delegación anfitriona, que salió inmediatamente después, recibió una ovación más sonora.
Los deportistas recibieron semillas de árboles, y paquetes de tierra, para ser sembrados en un parque en Río.