Damarins Díaz.- Un horario de 9:00 am a 12:00 pm y de 1:00 pm a 3:00 pm los sábados y domingos, no permite al familiar de un recluso ponerse al día de todo lo que sucede en la semana.
Las franelas amarillas identifican a los reclusos, mientras que con el color blanco se reconoce a sus familiares. No se les permite a los allegados enviarle al cautivo más de dos mudas de ropa por día, también deben colaborar con una bolsa negra para la basura por reo cada vez que ellos reciban visitas. Los familiares deben controlar sus esfínteres, ya que no hay un baño para ellos.
El padre de uno de los reclusos, entre la tristeza y las ganas de ver a su hijo de 24 años, expone que diariamente le lleva la comida. “Siempre se la traigo, a veces en menos cantidad por el alto costo y lo difícil de encontrar los productos”.
Cada vez que lo visita asegura sentirse decepcionado de tener que compartir con su hijo en un espacio reducido donde los demás familiares y presos están casi pegados unos con otros.
El joven recluido en el Retén de Macuto trabajaba en la aerolínea Air France cuando fue detenido junto a 26 personas más, pertenecientes a la nómina de la aerolínea y trabajadores del Aeropuerto Simón Bolívar, por el tráfico de 1.382 kilos de cocaína incautadas el pasado 20 de septiembre de 2013 en la ciudad de París, Francia.
El recluso tiene tres meses en el Retén de Macuto porque se está presentando en el Circuito Judicial de la misma parroquia. “Él me cuenta que cuando revisó las maletas no había nada y todo estuvo normal, pero luego lo buscaron para su detención por formar parte del personal que laboraba al momento de salir el vuelo”.
El padre del recluso comenta que no entiende cómo las autoridades aeroportuarias del país no se dieron cuenta que pasaron un cargamento tan grande y se pregunta dónde están los videos que captaron los verdaderos hechos, que no han sido revelados.
Hasta la fecha, al joven de 24 años le han hecho 32 juicios de 59, todavía no se determina qué sucederá con este recluso. La camaradería entre los familiares de los presos se hace notar cuando van llegando en horas de la mañana, regalando a todos los presentes un ¡Buenos Días!, esperando con ansias el poder entregar comida y ropa a los funcionarios que custodian las puertas del centro de reclusión.
Los envases de refresco reciclados son el recipiente ideal para llevarles agua congelada, dos por reo, ya que no hay agua, según comentarios de algunos familiares. Se conoció de casos en que la comida enviada no llega a las manos del recluso. /ep