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Raúl Castro abre las puertas de Cuba a los negocios

Romulo Herrera.- Las conversaciones entre los presidentes de Estados Unidos y Cuba se realizan en La Habana, “de igual a igual” o “tú a tú”, aunque se trate de la primera potencia del mundo y de uno de los países más pobres, también del mundo, no faltaba más.

Hoy ya lo estamos viendo, muchas sonrisas, apretones de manos, deferencias. Pero, en el fondo y en la superficie, cada uno está en lo suyo: Raúl Castro buscando inversiones para repotenciar la golpeada economía cubana y Barack Obama fortaleciendo su legado histórico, lo que se suma a los grandes logros de su mandato en materia económica y social.

Cada quien defiende sus intereses, como corresponde pragmáticamente en las relaciones entre países.

Castro quiere que haya más turistas con plata, como los americanos y que, además, el megapuerto de Mariel, con su Zona Especial de Desarrollo, esté abierto a todos los mercados, incluido el más importante del mundo.

Obama quiere quitarse la piedrita en el zapato que significa esta herencia de la guerra fría y, quizás, que le quiten de encima a EEUU ese “San Benito” de que todos los males de Cuba son consecuencia del embargo económico que se impuso desde 1960, como castigo por las expropiaciones de empresas de norteamericanos, y se agravó en el 62, después de la crisis de los misiles.

Claro, quizás, Obama busca también beneficios más tangibles, como mejores relaciones comerciales con el continente, a los efectos de colocar parte de sus excedentes de productos agrícolas y, ¡milagro de Obama y de Chávez!, ahora también sus excedentes de petróleo.

Son los nuevos horizontes, el cambio de rumbo impuesto por Raúl, el pragmático, quien avanza poco a poco, pero a paso firme, hacia el nuevo mundo del conocimiento, la tecnología y el progreso. Lo hace después de haber comprobado en carne propia y ajena el fracaso del socialismo y visto los cambios radicales de Deng Xiaoping, el reformista, en China; y Mijaíl Gorbachov, con la perestroika, en la Unión Soviética; y, en tono menor, la caída del Muro de Berlín.

Es el mismo Raúl Castro que en los inicios de la revolución cubana, en una reunión Comité Central del Partido Comunista, se unió a la mayoría para votar en contra de la propuesta de su hermano mayor de expropiar, de un viaje, a 300 mil micro empresarios. Fidel Castro perdió la votación interna, pero impuso su voluntad y 300 mil familias perdieron sus negocios que pasaron a ser propiedad del Gobierno.

Con sus acciones Raúl Castro corrige el rumbo y sigue los pasos de la nueva China capitalista, que pasó de ser un país donde la gente se moría de hambre en los tiempos del nefasto Mao Zedong a ser la segunda economía del mundo, gracias a la Federación Rusa, ex capital comunista del mundo, ahora abiertamente capitalista y uno de los principales países exportadores de petróleo, y la Alemania reunificada y progresista.

Sin prisa, pero sin pausa, el nuevo líder de Cuba, Raúl Castro, cambia el rumbo, cansado como debe estar de ver a su pueblo en una eterna dieta alimenticia, donde lo único positivo es que no hay obesos.

*Ante la inestabilidad del Medio Oriente y las amenazas de Chávez, Obama se prometió que EEUU no dependería más del petróleo ajeno y ahora son exportadores

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