“Yo atiendo a las recomendaciones de nuestros especialistas, y por eso por ahora no me he puesto la vacuna, pero lo haré sin falta cuando sea posible”, dijo el presidente de Rusia, Vladímir Putin al contestar a un pregunta sobre si había vacunado.
Explicó que la vacuna que se emplea en la campaña de vacunación en el país, la Sputnik-V, está aprobada para un determinado grupo de edad, de 18 a 60 años: “A la gente como yo la vacuna todavía no llega”, dijo Putin, que el 7 octubre pasado cumplió 68 años.
Según declaraciones que reproduce Bloomberg, algunos insumos necesarios para fabricar la vacuna escasean, por lo que la producción se encuentra también demorada. Venezuela, Argentina, México, Corea del Sur, Egipto, India, Hungría, Nepal y las antiguas repúblicas soviéticas de Kazajstán y Uzbekistán son algunos de los países que compraron la Sputnik-V.
Los ciudadanos rusos reaccionaron con escepticismo a la campaña de vacunación masiva que lanzó el mismo Putin. Las autoridades confían en la vacuna Sputnik V del país como respuesta a la crisis, y abrieron la vacuna al público incluso antes de que finalicen los ensayos de Fase III. En el primer grupo, los trabajadores sanitarios y los profesores pueden iniciar el tratamiento de dos dosis.
Las razones se basan tanto en la historia de Rusia de cautela ante las autoridades como en las teorías conspirativas que circulan por Internet y los negacionistas de la pandemia, lo que refleja gritos de protesta similares contra las vacunas en los Estados Unidos, Alemania y otros lugares.
Las autoridades rusas tampoco ayudaron a su causa emitiendo mensajes confusos sobre si los vacunados deben evitar el alcohol durante semanas. Luego aclaró que quienes estén vacunados sí pueden consumir alcohol.