Galvis Guzmán.- Son muchos los argumentos que se podrían señalar del ¿por qué? el conjunto de los Tiburones de La Guaira no pasó a la final. Lo ocurrido tiene aristas desde todo tipo de orientaciones: técnico, dirigencial, subjetivos e incluso de cávala, fortuna y los más exagerados creen en “encantamientos”.
Pero, todos esos señalamientos no pasan de ser enfoques que reposan en elucubraciones y de ser justificativos de lo ocurrido. Algunos con posiciones personales radicales y convencidos de que lo que dice es “la verdad”.
Que si se hubiera quedado Odubel Herrera o Junior Guerra, todo sería distinto; que si en el séptimo juego ante Aragua, el miércoles, se realizó acciones no justificables que llevaron al equipo a perder, y pare usted de contar. Estos son solo supuestos, que el curso del tiempo no podrá cambiar la realidad.
Son elementos, que tendrán su validez, pero que no harán torcer el destino. Si queremos concluir de una manera concreta lo ocurrido, pudiéramos señalar dos cosas sencillas. La primera es que la ofensiva escuala no tomó el nivel acostumbrado en el partido decisivo; y la segunda que el pitcheo volvió a mostrar flaqueza.
Aún cuando para los detractores suene como excusa común para justificar lo ocurrido, debemos destacar que el equipo de esta temporada, hizo soñar bien alto a su fanaticada, creemos, al igual que muchos jugadores, técnicos y especialistas, que ha sido el “mejor” de la organización litoralense de los últimos 10 años. De ahí, que su eliminación pegue hondo, porque muchos apostaban por la culminación de la sequía (30 años) en cuanto a títulos.
Hay que felicitar el esfuerzo de los jugadores y técnicos en esta campaña, del acucioso trabajo de la directiva, junto al gerente deportivo Jorge Velandia para traer los mejores peloteros en la importación.
Y algo bien importante, el cuerpo de pitcheo en la 2015-2016 logró una mejoría significativa, e incluso, la efectiva labor del estratega Buddy Bailey, para poner en actividad a los lanzadores de la nueva generación, de ellos podemos resaltar al zurdo José Alvarado (20 años) que fue un “caballito de batalla” hasta el final.
Lo cierto del caso, es que la fanaticada debe ver el futuro con optimismo, no se logró el título, pero parece estar cerca, y hay que respetar los designios del creador porque “el tiempo de Dios es perfecto”.
Felicítense a ustedes mismos fanáticos, porque se sigue demostrando que la fanaticada más alegre y fiel del béisbol siempre estuvo allí, con la Macuto Samba Show, daba gusto ver que concluido el séptimo juego de la semifinal, que decretó el pase a los Tigres de Aragua, los seguidores de los escualos salieron con resignación pero sin traumas. /mp
Muchos peloteros sintieron no haber podido ayudar en los momentos cumbres