Luisana Brito.- Como “pésimo” describen los habitantes de San Antonio, en Naiguatá, el servicio de alumbrado público, pues explican que después de las 6:00 pm la asistencia presenta fallas y las calles pasan hasta cuatro horas en total oscuridad, poniendo en peligro a las personas que llegan de sus trabajos en horas de la noche.
“Desde la calle uno hasta la 12, parece una boca de lobo. Cada día los apagones son constantes y más prolongados. Los electrodomésticos se dañan y nadie responde por los daños. Tenemos miedo de que pueda pasar algo que exponga a los niños, porque hay muchas personas malintencionadas”, manifiesta Mirna de Longa.
La misma situación se presenta en el bulevar de Naiguatá, donde hace dos meses, aproximadamente, presuntos antisociales se llevaron los bombillos.
Gavirio Durán, expone que el estar sin alumbrado público genera inseguridad, porque no saben con qué o quién se puedan cruzar por el camino. “A los kioscos también les quitaron los reflectores, y mandarlos a reponer cuesta un ojo de la cara. Cada vez son más costosos. El cableado también se lo han llevado, y los cajetines están deteriorados, es decir, el alumbrado en Naiguatá funciona a media máquina”.
El agua llega “de vez en cuando”
De Longa, agrega que otra de las fallas que les aqueja es el servicio de agua por tuberías, alegando que les llega “de vez en cuando”.
“Estábamos acostumbrados a tener agua todos los días. Si no venía de Hidrocapital, llegaba del río, pero ahora ni uno ni otro. Llega una vez por semana o cuando se acuerdan que no somos camellos. Quedamos completamente desasistidos”.LB