Al llegar a Grecia, el papa Francisco aprovechó un discurso dirigido a líderes políticos y culturales griegos para alertar a Europa en general los riesgos que enfrenta el continente. Señaló que el sólido multilateralismo puede abordar los problemas urgentes del día, desde proteger al medio ambiente, hasta luchar contra la pandemia y la pobreza.
“Aquí nació la democracia”, dijo a la presidenta griega Katerina Sakellaropoulou. “La cuna, milenios después, se convirtió en una casa, una gran casa de pueblos democráticos: me refiero a la Unión Europea y al sueño de paz y fraternidad que representa para tantos pueblos”.
Advierte que ese sueño está en riesgo entre la agitación económica y otras perturbaciones de la pandemia, las cuales pueden fomentar sentimientos nacionalistas y hacer que el autoritarismo parezca “expeditivo y las promesas fáciles propuestas por los populismos se muestran atrayentes”.
Francisco, quien vivió en su natal Argentina el populismo peronista y la dictadura militar, con frecuencia ha advertido sobre la amenaza del autoritarismo y populismo, y el peligro que representa en la misma democracia. “No se puede dejar de constatar con preocupación cómo hoy, no sólo en el continente europeo, se registra un retroceso de la democracia”.
Durante su discurso, no hizo mención específica de países o líderes. Sin embargo, la UE está enfrentada con Polonia y Hungría —ambos países del bloque— sobre temas legales, en los que Varsovia insiste en que la ley polaca tiene prioridad sobre las políticas y regulaciones de la Unión.
Al exterior del bloque, mandatarios populistas en Brasil y el gobierno del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, avanzaron políticas nacionalistas sobre el medio ambiente en fuerte contraste con el llamado de Francisco de cuidar “nuestro hogar común”.
A los migrantes: Estoy cerca de ustedes
El pontífice visitó el centro de migrantes en la isla griega de Lesbos, donde ya había estado hace cinco años, y criticó la indiferencia de algunos países europeos. El Mediterráneo «está convirtiéndose en un cementerio frío sin lápidas […] Se lo ruego, ¡detengamos este naufragio de la civilización!», pidió el sumo pontífice ante los migrantes, en el campamento de Kara Tepe.
«¡No dejemos que el mare nostrum se convierta en un desolador mare mortuum, ni que este lugar de encuentro se vuelva un escenario de conflictos!», insistió desde el nuevo campo de refugiados, que sustituyó al incendiado de Moria, ante cerca de 200 personas, representantes de los refugiados, cooperantes y también la presidenta griega, Katerina Sakelaropulu.
Tras haber saludado cariñosamente a numerosos migrantes durante un recorrido a pie por el campo, el pontífice lanzó un largo y duro mensaje en el que constató que las migraciones «son un problema del mundo», «una crisis humanitaria que concierne a todos», pero de la que nadie parece ocuparse, a pesar de que «están en juego personas, vidas humanas».
«Estoy aquí para decirles que estoy cerca de ustedes; estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos llenos de miedo y de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas lágrimas», comenzó su discurso. El pontífice argentino hizo notar, en referencia a algunas posiciones políticas, que «es fácil arrastrar a la opinión pública, fomentando el miedo al otro».
Francisco insistió mucho en visitar de nuevo Lesbos durante su viaje a Grecia para volver a poner el foco en la cuestión migratoria, aunque la situación del nuevo campo, en el que viven cerca de 2.200 personas, casi el 70% afganos y un tercio de ellos menores, es algo mejor que el que visitó en 2016 y que llegó a albergar más de 10.000 personas.