En la Santa Misa en la Conmemoración del Ingreso del Señor Jesús a Jerusalén, que marca el inicio de la Semana Santa, el papa Francisco reflexionó sobre los efectos de la pandemia. “El año pasado estábamos más conmocionados, este año estamos más probados, y la crisis económica se ha hecho más pesada. En esta situación histórica y social, ¿qué hace Dios?”.
A esto respondió: «Toma la cruz. Jesús toma la cruz, es decir, asume el peso del mal que implica dicha realidad, el mal físico, el psicológico y sobre todo el mal espiritual, porque el Maligno aprovecha las crisis para sembrar la desconfianza, la desesperación y la cizaña».
La misa se celebró ante un reducido número de fieles en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. La procesión de los fieles portando ramos de olivo fue cancelada para cumplir con las normas sanitarias.
«A lo largo del Vía Crucis cotidiano nos encontramos con los rostros de tantos hermanos y hermanas en dificultad. No pasemos de largo, dejemos que nuestro corazón se mueva a compasión y acerquémonos. En este momento, como el Cireneo, podemos pensar: ¿Por qué justamente yo?. Pero luego descubriremos el don que, sin merecerlo, se nos ha concedido. Que nos ayude la Virgen, que siempre nos precede en el camino de la fe», expresó el argentino.
Francisco llamó a rezar “por todas las víctimas de la violencia, especialmente por las del atentado ocurrido esta mañana en Indonesia frente a la catedral de Makassar”. Allí al menos 14 personas resultaron heridas en el atentado suicida al final de la misa del Domingo de Ramos, reportó Vatican News.
Según fuentes de policía local, la explosión se produjo a las 9:26 hora local, cuando una motocicleta se acercó a la entrada lateral del edificio, cuando la gente volvía a casa tras participar en la Santa Misa.
No es la primera vez que las iglesias son objetivo de los extremistas islámicos en Indonesia, el país de mayoría musulmana más poblado del mundo. En mayo de 2018, seis miembros de una familia se inmolaron en tres iglesias, una católica y dos protestantes, en Surabaya, la segunda ciudad del país, matando a una docena de fieles. La familia pertenecía al grupo yihadista Jamaah Ansharut Daulah (Jad) y el atentado fue reivindicado por el autodenominado Estado Islámico.