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Papa dice que líderes eclesiásticos no pueden llevar una vida de faraones

El papa Francisco opina que los líderes de la Iglesia deben evitar dos tipos de tentaciones: vivir como faraones y firmar acuerdos poco claros con los gobiernos.

El pontífice hace estas afirmaciones en una entrevista que publica hoy el diario holandés “Straatnieuws”, del colectivo de los “sin techo”, y que realizó el pasado 27 de octubre en la residencia del papa (la Casa Santa Marta, dentro del Vaticano) un hombre de 51 años, vendedor de ese periódico en la ciudad holandesa de Utrecht.

“La Iglesia debe hablar con la verdad y también con el testimonio: el testimonio de la pobreza. Si un creyente habla de la pobreza o de los sin techo y lleva una vida de faraón, esto no se puede hacer”, considera el pontífice.

Añade que la otra tentación “es firmar acuerdos con los gobiernos” y precisa: “Se pueden hacer acuerdos, pero deben ser acuerdos claros, acuerdos transparentes”.

En ese contexto, el papa se refiere al “peligro de la corrupción” y asegura que en la gestión de la Casa Santa Marta, donde reside, “las cuentas están todas controladas para evitar la corrupción. Porque existe siempre la corrupción en la vida pública. Sea política o religiosa”.

Por otra parte, indica que “alguno” ha dicho que es un “comunista”, lo que considera “una categoría un poco anticuada”, y reconoce que también se le ha tachado de marxista o socialista.

Como mensaje a las personas sin hogar, el Papa dice que “Jesús vino al mundo sin un techo y se hizo pobre”.

Resalta que la Iglesia predica que toda persona “tiene derecho a un trabajo, un techo y una tierra”.

También habla de la riqueza de la Iglesia y reconoce que sus bienes inmobiliarios son muchos, aunque, señala, “los usamos para mantener las estructuras de la Iglesia y para mantener muchas obras que se hacen en los países necesitados: hospitales, escuelas”.

En la entrevista, el Papa se refiere a su vida en el Vaticano y asegura que se siente “libre” en el apartamento donde reside.

Recuerda que renunció a habitar en el Palacio Apostólico, un lugar que le pareció “un embudo del revés, es decir, grande pero con una puerta pequeña”, y que consideró que implicaría “estar asilado”.

“Yo pensé: no puedo vivir aquí simplemente por motivos mentales. Me haría mal. Al principio parecía una cosa extraña, pero pedí quedarme aquí, en Santa Marta. Y esto me hace bien porque me siento libre”, explica.

En esa residencia, precisa, almuerza acompañado y siempre encuentra gente a la que saludar, “y esto hace que la jaula de oro no sea tanto una jaula”.

No obstante, añade, “me falta la calle”.

Asimismo, recuerda su infancia y precisa que, desde que tenía un año y hasta el momento en que entró en el seminario, vivió siempre en la misma calle de un barrio sencillo de Buenos Aires.

El pontífice detalla que jugaba al fútbol, pero que no se le daba bien.

“En Buenos Aires a aquellos que jugaban al fútbol como yo les llamaban ‘pata dura’. Que quiere decir tener dos piernas izquierdas. Pero jugaba, fui el portero muchas veces”, agrega.

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