Con una multitudinaria misa en Erbil, capital de Kurdistán, el papa Francisco cerró este domingo su histórica peregrinación en Irak, considerado el viaje más riesgoso de su pontificado debido a la pandemia y los conflictos armados en la región.
En un encuentro en el estadio Franso Hariri, ante unas 10 mil personas, pidió“que los 40 millones de habitantes de ese país, sin distinción de religión o etnia, dejen de lado sus divisiones y trabajen juntos por un futuro mejor, con esperanza. Ahora se acerca el momento de regresar a Roma. Pero Irak permanecerá siempre conmigo, en mi corazón. Les pido a todos ustedes, queridos hermanos y hermanas, que trabajen juntos en unidad ,por la paz y una prosperidad que no discrimine ni deje atrás a nadie”.
Antes había visitado una iglesia reconstruida en Qaraqosh, después de ser arrasada en el 2014, por el grupo terrorista Estado Islámico (EI), y se sorprendió con las muestras de apoyo recibidas en las calles de Mosul, una ciudad iraquí símbolo de la destrucción del extremismo terrorista islámico. Siempre se movilizó durante sus jornadas en autos blindados y helicópteros bajo extremas medidas de seguridad.
Agradeció a los organizadores esta gira de 3 días donde recorrió más de 1.450 kilómetros, tomó 5 aviones, 2 helicópteros y un papamóvil. Aseguró a los iraquíes que seguirá orando “por este amado país”.
“Rezo, de manera especial, para que los miembros de las distintas comunidades religiosas, junto con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, cooperen para estrechar lazos de fraternidad y solidaridad al servicio del bien común y de la paz”.
En presencia de miles de árabes y medios de comunicación, se despidió en el idioma de esa nación. “Salam, salam, salam (paz). ¡Shukrán! (Gracias). Que Dios los bendiga a todos. Que Dios bendiga a Irak. ¡Allah ma’akum! (Que Dios esté con ustedes)”. Francisco se convirtió así en el primer pontífice que visita esa nación