Padre Castillo insta a los varguenses a fortalecer la fe pese a las dificultades
* Pobladores arrojaron flores al mar para honrar a los fallecidos
Luisana Herice.- Para conmemorar la tragedia ocurrida en el año 1999, se celebró una misa en el templo María Madre de la Iglesia, en Carmen de Uria, Naiguatá, sector que fue completamente devastado durante ese deslave.
Allí culminó la peregrinación de la Virgen de Fátima, que salió el día 15 de la iglesia San Sebastián de Maiquetía y recorrió las comunidades por donde el deslave causó más estragos, así lo informó Nelson Galvis, organizador de la actividad.
“Estuvimos en Montezuma, Macuto, donde le rendimos homenaje al dirigente deportivo José Luis Delgado, quien albergó en su casa más de 100 personas, que lamentablemente murieron tapiados”.
Agregó que “luego llegamos a Los Corales, el cual fue declarado camposanto por la cantidad de personas que murieron allí. En la iglesia de Caraballeda se realizó una misa donde pedimos por los difuntos, para llegar a Carmen de Uria donde todos los años culmina la procesión”.
Este año la eucaristía estuvo presidida por el Gobernador Eclesiástico de la Diócesis de La Guaira y párroco de Naiguatá, presbítero Alberto Castillo, quien pidió a los sobrevivientes fortalecer la fe. “Debemos darle gracias a Dios por la salvación, pedir con fervor por el eterno descanso de los difuntos y agradecer por estar vivos”.
El párroco instó a los varguenses a celebrar el nacimiento de Jesús, pese a las dificultades. “Está es la época más bella del año porque nace el hijo de Dios. Sabemos que no estamos pasando por la mejor situación, pero debemos celebrar la vida de nuestro Salvador”.
Indicó que todos los venezolanos deben crear conciencia ecológica, reflexionar sobre lo ocurrido en el año 1999 y mantener siempre presente a Dios con oraciones enérgicas.
Al concluir la misa, pobladores y peregrinos caminaron acompañados por la imagen de la Virgen de Fátima. Como todos los años arrojaron flores al mar, pidiendo por el descanso de los desaparecidos, amigos y seres queridos.
Galvis cuestionó que Carmen de Uria actualmente sirva de botadero de escombros. “El Gobernador prometió que construiría un parque temático en este lugar donde se perdieron tantas vidas, pero no fue así. Ahora es un vertedero. Parece que no aprendimos nada de la tragedia”.
Señaló que harán la solicitud formal al obispo Raúl Biord, para que esta actividad, la cual han realizado durante 17 años, sea incluida en los cronogramas de la Iglesia en Vargas.
Testimonios
Gilberto Ramón Medina relató que tenia 17 años cuando ocurrieron los hechos. “Gracias a Dios no perdí ningún familiar, pero sí muchos amigos que recuerdo mucho. Nos refugiamos en el segundo piso de mi casa, ubicada en la calle principal de Carmen de Uria. Cuarenta y dos personas estábamos allí entre familiares y amigos. La casa se partió por la mitad, sin embargo, vivimos para contarlo”.
Contó con lágrimas en los ojos que vio cuando el río arrastraba a sus vecinos, viviendas y vehículos. “Fueron momentos horribles. Es muy difícil ver a un amigo en peligro y no poder hacer nada. Nunca imaginamos que el río traería rocas gigantescas que acabarían con todo. Solo tres familias sobrevivieron de la calle principal”.
Indicó que actualmente vive en Los Teques y viene todos los años para rendirle tributo a sus amigos y vecinos que murieron ese día.
María Margarita Hernández manifiesta que aún le duele recordar lo vivido en la vaguada, pues perdió a su hijastro que quería como si lo hubiese traído al mundo.
“Creemos que lo hemos superado, pero cuando venimos aquí se revuelven los sentimientos y es muy doloroso. Me salvé gracias a la mano poderosa de Dios, porque cuando reaccioné estaba en el techo de la vivienda y vi como mientras mi esposo salvaba a mi hija, su hijo moría. A pesar de que no fue mi culpa, es algo que me ha pesado todo este tiempo”.
Betania Rodríguez tenía 9 años cuando la tragedia, sin embargo, aseguró que la recuerda como si hubiese ocurrido ayer. “Vivíamos en la calle que estaba pegada al río y llegamos a pensar que sería la más afectada, pero no fue así. Las otras calles desaparecieron por completo”.
Comentó que el día 16 pudieron llegar a la calle del medio, donde se refugiaron en la casa de unos familiares. “Cuando vimos que el río se desbordó completamente, subimos a la platabanda y comenzamos a saltar de casa en casa. Nos quedamos en el techo de una de ellas hasta que unos guardias nos pasaron unas cuerdas con las que bajamos. Fue una experiencia que jamás podremos olvidar”./jd