Es una propuesta que estamos en la obligación de analizar por tres razones fundamentales: Porque viene del líder. Porque tiene sustento. Y porque el sufrimiento inmenso y sostenido de los venezolanos dentro y fuera del país amerita que nos abramos a cualquier salida.
Lo menos que podemos hacer es escuchar al líder, que algo debe saber para lanzarse así, por la calle del medio, con una propuesta audaz, mucho más atractiva que la oferta de amnistía con la que comenzó su interinato.
Nos urge un acuerdo con inclusión de todos los sectores, que le baje los costos de marcharse a quienes tienen el ejercicio del poder. Todo menos el extremo de una “solución armada”, porque el oficialismo es el que tiene las armas, no la oposición.
Sí, lo sabemos. La gran mayoría del país rechaza a un gobierno que no soluciona sus problemas de servicios públicos y empleo, más bien los agrava. Pero con tanto sufrimiento se ha caído en el desánimo y la resignación, lo que es natural después de 22 años de lucha sin resultados, aunque con su carga de dolor y de ausencias.
¿100% de acuerdo? No. ¿Objeciones? Sí. Pero, nada nos conviene menos que debilitar al líder y su propuesta.
Yo apoyo el Acuerdo de Salvación Nacional porque, entre otras cosas, en esta hora de hambre y desesperanza, no tenemos muchas opciones, y debemos hacer concesiones. Debemos ceder parte de lo que nos pertenece, pero que no tenemos, porque lo tienen ellos.
Cerremos filas que el mundo nos observa.
Rómulo Herrera