La crisis económica que tiene a Venezuela sumida en más de un quinquenio de pobreza ha convertido a “muchas” mujeres en mercancía de canje en delitos como el tráfico de personas y la prostitución forzada, una situación alarmante, según el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa).
El representante nacional del Unfpa, Jorge Caro, explicó a Efe que aunque Venezuela no tiene mención especial en el reciente informe mundial que elabora esa agencia, existen varias alarmas sobre desigualdades de género y otras “prácticas nocivas” contra las mujeres en el país.
Durante el primer semestre del año, dijo, “ha habido más feminicidios que muertes por Covid-19 en Venezuela”, un dato recolectado por organizaciones no gubernamentales que cifran en 108 los asesinatos a mujeres en el mismo período de tiempo en que el país contabilizó menos de 60 decesos por la pandemia de coronavirus
El Unfpa advierte además que el ambiente de confinamiento, debido a la cuarentena en que se mantiene a la población para evitar la propagación de la COVID-19, “hace que la violencia de género se exacerbe, llevándola al extremo que es el feminicidio”.
“Sabemos que con la crisis se ha incrementado la posibilidad de la trata, del sexo transaccional, de sexo por comida, de tráfico de personas. Se ha denunciado pero no tenemos estos datos”, dijo en alusión a los últimos cinco años, cuando la mayoría de la población pasó a vivir en la miseria, con hiperinflación y devaluación monetaria.
Esto -explica- se concreta por la vía de la prostitución forzada, de transar el sexo por alimentos o por dinero, por medio del tráfico de personas o por la vía de la neoesclavitud, todas presentes en el país.
Las estadísticas oficiales de embarazo adolescente en Venezuela tampoco están actualizadas, pero mediante varias estimaciones, el Unfpa ha determinado que el país tiene una de las cinco mayores tasas de toda América.
Por otra parte, mientras el matrimonio infantil ni siquiera es medido en Venezuela, se ha vuelto “muy común” la unión temprana de niñas de 13 y 14 años con hombres hasta 10 años mayores, especialmente en zonas rurales, “en algunos casos buscando seguridad” o soporte financiero para las adolescentes o sus familiares.
“Entonces convierten a las niñas en una mercancía que es transada (…) una niña que viene a una ciudad grande porque la han entregado pierde todo su futuro, sus oportunidades de estudio, de avance”, remarcó.