Las Conferencias Episcopales de Venezuela y Colombia publicaron esta semana un informe, en el que confirmaron que los migrantes, en su mayoría venezolanos, siguen cruzando la peligrosa selva del Darién.
Obispos de ambos países visitaron las localidades colombianas de Necoclí y Apartadó para constatar la situación. Al respecto, subrayaron que sigue el flujo de “migrantes en tránsito y con vocación de permanencia”.
“Constatamos que el flujo migratorio mixto en Urubá Darién continúa y sigue generando retos continuos para todos los actores. Los migrantes y refugiados forzados por la pobreza, los conflictos políticos y de violencia, se han visto obligados a salir de sus países”.
De igual forma, afirman que los migrantes sufren enfermedades, robos, violaciones, accidentes y explotación, según fuentes en el lugar. Además, denunciaron que estos delitos ocurren en un contexto “sin ningún control institucional local o nacional”.
Tras denunciar la grave situación que viven los migrantes en el Darién, los obispos exhortaron a “respetar el derecho a la movilidad humana”. Por tanto, indicaron que se debe superar “todo nacionalismo cerrado y violento” para “acoger al forastero”.
“Llamamos a que se acompañe por todos los medios, y especialmente desde la institucionalidad, a los migrantes para evitar la trata de personas, la violencia de género, la explotación laboral y sexual, especialmente en niñas, niños y adolescentes”.
Además, exigieron a las autoridades públicas “promover rutas seguras de tránsito, ordenadas, informadas, reguladas y que respeten los derechos humanos”, para que los migrantes puedan evitar el peligroso Tapón del Darién.