Laura De Stefano
En este segundo domingo de Adviento, que se celebrará el 10 de diciembre, el obispo de La Guaira, monseñor Raúl Biord Castillo, nos invita a renovar nuestra fe y a prepararnos a la Navidad para recibir a “aquel que viene a nuestro encuentro, al Niño Jesús que nace en nuestros corazones”.
Manifestó que Adviento es tiempo de espera y de preparación. Pero, “no es solo sentarse a ver si por casualidad pasan las cosas, tampoco es dejar transcurrir los días para que llegue una fecha. La esperanza es algo más. Es la fuerza motriz de una persona: lo que la anima a lograr las metas que se propone. Es incentivo para el comportamiento, el esfuerzo y el compromiso. No es ‘esperar que’ sino ‘esperar a’”.
Monseñor señaló que en la primera situación esperamos que pasen cosas, sucesos o eventos. En la segunda, esperamos a alguien, que venga un familiar, un amigo, una persona querida. En este sentido, “la esperanza está íntimamente unida al amor. Espero porque quiero a alguien con fuerte amor, por eso su venida me produce mucha alegría y me obliga a prepararme personalmente y a preparar todo un ambiente para recibir al que viene”.
“Es la experiencia que vivimos estos días, cuando alguno de los hijos migrantes regresa por unos días a compartir la Navidad. Hay que limpiar la casa y adornarla, pensar en los detalles para que el que viene se sienta feliz, acogido, en familia. El que viene, usualmente, trae regalos para la mamá y el papá, un recuerdo para los hijos y sobrinos… El encuentro produce la mayor alegría, que se expresa en sentarse en la misma mesa y compartir las cuitas y alegría, a veces callando las dificultades para no hacer sufrir, por aquello de que ‘la procesión va por dentro’ y ‘no hay que preocupar a mi mamá’”.
Dijo que eso es lo que vivimos en Adviento, cuando nos preparamos a la Navidad para recibir al Niño Jesús. En esta ocasión limpiamos nuestro corazón a través de la reconciliación con Dios y con los demás, especialmente con los miembros de la familia, sacar de las rendijas de nuestra alma todos los rencores, reconcomios, orgullos, envidias y odios. “Son sentimientos asesinos que matan a los demás y matan al que los alberga”.
“Adviento es tiempo para prepararse para recibir a Dios que se hace uno de nosotros, el Enmanuel. Tiempo para transmitir a nuestros hijos y nietos el misterio de la Navidad, de la familia, del compartir con los más pobres. De preparar los regalos para los niños de casa, pero también de regalar algo a los que no tendrán regalo la noche de Navidad”.
También es tiempo de encuentro de las familias en sus casas, y tiempo para el encuentro de las comunidades, particularmente con las misas de aguinaldo y la bendición de los pesebres.
“Este año se cumplen 800 años de la fecha cuando san Francisco de Asís hizo el primer nacimiento. En su honor, vamos a esmerarnos en el nacimiento que hacemos en las familias, en el trabajo, en las capillas e iglesias. El nacimiento se convierte en la mejor catequesis sobre la Navidad: el misterio del Dios con nosotros para ofrecernos su salvación”.
Tres figuras claves
El obispo indicó que existen tres figuras claves de Adviento. Estos son el profeta Isaías cuando nos pide preparar un camino al Señor, ‘que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale’. “Navidad es tiempo de anunciar a todos, que Dios no se olvida de su pueblo, sino que llega con poder y su brazo manda, que como buen pastor apacienta y reúne el rebaño”.
El evangelio nos presenta además la figura austera de Juan el Bautista, que predicaba a las gentes para que se convirtieran, para que se les perdonasen los pecados y se bautizaran. “Que todos seamos como Juan el Bautista, mensajeros que prepararemos el camino a Dios, sabiendo que el único Mesías que puede salvar es Nuestro Señor Jesucristo”.
La tercera figura clave de Adviento es la Virgen María, pues ella recibió el anuncio de Dios, le dijo que sí, y por nueve meses esperó el nacimiento de su hijo, como lo hacen todas las mamás. “En este Adviento, contemplamos a la Inmaculada Concepción, madre de la esperanza y del amor, le pedimos, enséñenos a esperar en Dios y a salir al encuentro de los que nos esperan. Feliz Adviento”.