Nuncio apostólico celebrará la misa por los 425 años del Santo Cristo de la Salud

Invitan al pueblo a participar de esta hermosa devoción guaireña

Laura De Stefano

Este lunes 17 de marzo, a las 5:00 pm en la Ermita del Carmen, el nuncio apostólico en Venezuela, monseñor Alberto Ortega Martín, presidirá la santa misa por los 425 años de la llegada de la sagrada imagen del Santo Cristo de la Salud a La Guaira.

El profesor e historiador Rubén Contreras manifestó que el día asumido para la celebración eucarística se convierte en una fiesta religiosa, pero más que todo en un reencuentro “vargasiano en el cual se demuestra la guayreñidad de los litoralenses en su máxima expresión con el retorno de aquellos, que se habían ido del terruño varguense para otros lares, para demostrarle su devoción al Santo Cristo de La Guaira”.

Recordó que fue un un tránsito largo el acontecido por la feligresía litoralense ya que dicha escultura nos llegó circunstancialmente, dado que según las crónicas iba destinada a Maracaibo. Pero, por la tozudez de los guaireños de esa época y ante la desesperación vivida por la sequía, y también por la peste que habían sufrido, los guaireños habían solicitado a las autoridades eclesiásticas que se ordenara en España la creación de una escultura del Cristo Crucificado.

“Fue así que ese 17 de marzo de 1600, se despertó esa emoción, fervor y devoción en los habitantes de La Guaira por la llegada de esa imagen del Cristo, de acuerdo a la historia escrita por el historiador Fray feliciano Alonzo, perteneciente a La Orden Religiosa de Sacerdotes Agustinos Recoletes, a la cual después de algún tiempo se le adjudicó el cognomento o apelativo, del Cristo de La Salud.”

Ni el terremoto de 1812 pudo con la imagen

Contreras destacó que a Cristo de La Salud se le atribuyen innumerables milagros, y se dice que uno de esos primeros milagros fue cuando el comodoro Charles Nowels, quien comandando una flota de 19 buques, con 382 cañones y cientos de soldados, se aposentó frente a la rada del puerto de La Guaira, entre el 2 y el 5 de marzo de 1743, con la intención de tomar dicha ciudad y también Caracas.

La Guaira, relató, estaba defendida por el capitán Mateo Gual y Puello, quien tenía apenas 94 cañones y 216 artilleros, distribuidos entre el baluarte de la Plataforma y sus distintos fortines, supo ingeniárselas al ordenar a toda la milicia de sus fortines y también al hacerle una convocatoria a toda la ciudadanía de La Guayra y zonas circunvecinas para la defensa de la ciudad.

“En dicha refriega se unieron para defender al terruño guaireño y contener dicha invasión, los blancos peninsulares, los blancos de orilla, los comerciantes, los pardos, los negros y los indios, en un gesto mancomunado de unidad que todavía no se había visto, en los anales de la historia de las provincias de ultramar de la corona Española. Producto de ese enfrentamiento, la iglesia que estaba ubicada en lo que es hoy la plaza Vargas, sufrió el impacto de los cañones, pero la imagen del Santo Cristo no fue tocada”.

Luego, cuando aconteció el infausto terremoto del 26 de marzo de 1812, que destruyó la iglesia de La Guaira, pero una vez más la imagen del Santo Cristo no fue afectada. Atribuyéndole los parroquianos a esa circunstancia como el segundo milagro del Cristo y ante la falta de una iglesia fue construida una modesta capilla.

Sin embargo, los habitantes decidieron construir la iglesia San Pedro Apóstol, la cual fue concluida muchos años después, y por exigencias y el clamor de los guaireños en octubre de 1857, dicha imagen fue traslada hasta la Catedral de La Guaira.

De la cruz al sarcófago

“El Cristo desde su llegada, de acuerdo a los datos aportados por Rafael Bosques, en su Cronología de Hechos Históricos del Cristo de La Salud,  estuvo en su Cruz, pero debido a la falta del cuido de la madera, esta se deterioró a causa de la polilla”.

Indicó que la cofradía del Santo Cristo, ante el clamor de la feligresía, logró la aprobación del vicario de La Guaira, el padre Ricardo Pérez Caberuela, y también del azobispo de Caracas, Carlos Pietropoaolis, quien era el delegado apostólico de Venezuela, de colocarla en un sarcófago el 8 de diciembre de 1913.

Ese acto contó con la presencia de muchos representantes del clero, liderados por el Arzobispo Pietropoalis, así como de los distintos integrantes de la sociedad guaireña y quedó grabado en una placa como un recordatorio.

“La devoción hacia el Santo Cristo de la Salud ha sido muy muy fiel y acendrada, debido a la transmisión de la fe de los abuelos, padres hacia los hijos, parientes y amigos, y pudiéramos decir que se ha creado con el Santo Cristo la cultura y el amor semiótico”.

Resaltó que el día de la celebración de la eucaristía, los integrantes de las familias del Litoral y de los distintos pueblos se vestían con sus mejores galas, las damas con sus espléndidos vestidos, porque la asistencia para visitar y compartir con el Cristo de la Guaira era una fecha memorable.

Los caballeros, por lo general de saco y corbata, y los niños lucían sus estrenos, criados con ese respeto hacia el Cristo de asistir con pundonor, para continuar después de la misa a la procesión que recorría las calles del casco colonial de la ciudad histórica.

“Debemos destacar que esa imagen del Santo Cristo de la Salud, llegada de España y tallada en madera, ha sido reacondicionada dos veces, siendo la segunda restauración en noviembre de 1996, autorizada por el obispo de la Diocésis de La Guaira, monseñor Francisco de Guruceaga Iturriza, y el presidente de la Sociedad del Santo Cristo, Abdón Piñango. La restauración estuvo a cargo de Fernando Tovar Pantín”.

Otro hecho, señaló Contreras, fue cuando se produjo el deslave de 1999. La fuerza del agua tumbó algunas de las estatuas que estaban en el altozano de la Catedral, entre ella la imagen de la Virgen de Coromoto que fue arrastrada y quedó de frente al altar mayor. Mientras que el sarcófago del Santo Cristo, ubicado en la nave norte, no fue tocado por las aguas.

“Esta breve descripción del Cristo de la Salud nos indica que la fe y devoción por nuestra religión católica, esparcida por el mundo, nos permite venerar a la Divina Providencia, de acuerdo a la especificidad y tradiciones de las regiones en las cuales se encuentra su imagen”.

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