Laura De Stefano
Monseñor Raúl Biord, obispo de La Guaira, en su homilía por el Domingo de Resurrección pidió no solo la bendición de Dios, sino también buscar caminos de entendimiento social y político para que lleguen las vacunas a toda la población sin distinción de credo religioso, condición social e ideología política.
“Celebramos esta Pascua en medio del dolor por la pandemia. Amigos y familiares, conocidos y hasta los mismos médicos y personal sanitarios están enfermos. A ellos vaya nuestra oración y nuestra palabra de consuelo y de ánimo en esta hora de cruz. Es importante que tengan una actitud positiva. No pierdan la fe y aférrense a la oración por su salud”.
Recordó que la resurrección de Jesús es el grito de alegría que inunda toda la tierra, como bien se describe en el pregón pascual. Es la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la gracia sobre el pecado, de la alegría sobre la tristeza. “De aquí la invitación pascual: Aleluya, Aleluya, que no es otra cosa sino alegría, alegría porque Cristo resucitó”.
San Pablo, agregó, «nos anuncia que Cristo resucitó por el poder del Espíritu. En el bautismo participamos de su muerte, pero también de su resurrección. Ahora nuestra vida está en Cristo. En el vivimos, nos movemos y existimos. Todos estamos llamados a ser otros Cristo. Jesús con su resurrección ha abierto un camino para todos los creyentes. La resurrección del Señor es fuente de una alegría invencible”.
Manifestó que la alegría cristiana no es ingenua, sino que es una alegría puesta a prueba. “La cruz es la garantía de la alegría. Las bienaventuranzas del Evangelio nos hablan de una alegría que nace precisamente de lo que podemos llamar prueba. Jesús nos enseña que el discípulo auténtico es aquel que en todas las situaciones negativas (persecuciones, calumnias, injusticias, violencias, enfermedades, exilio) aprende a experimentar en ellas una fuerte presencia de Dios”.
El obispo recalcó que lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido el mismo suplicio con amor infinito. “En la cruz y en la enfermedad se descubre que Dios está siempre con nosotros y nos libra de las tribulaciones, convirtiéndolas en dulzura, porque es eterna su misericordia.
Bendición a todo el pueblo
La tradicional bendición del mar en el paseo la Marina, en Catia la Mar, se hizo sin la multitudinaria participación de los feligreses por el covid. En su lugar asistieron únicamente el obispo emérito de Machiques, monseñor Ramiro Díaz, los presbítero José Manuel Cicuéndez de La Soublette; Ángel Colmenares de Mirabal y Zamora; Emilio Galán de Playa Grande y Alfredo Bustamante de La Páez. Además el ministro de Pesca, Juan Luis Laya, alcalde José Alejandro Terán, el general de brigada Félix Arnos, comandante de la Zona Nº 45 de la GN y demás autoridades municipales.
“Bendecimos hoy el mar en Catia la Mar con el Santísimo Sacramento, pero también en Naiguatá, La Guaira, La Sabana, Mare Abajo y Punta de Mulatos. Queremos bendecir a todo el pueblo, a toda la creación, a Dios que nos regaló esta naturaleza tan bonita aquí en La Guaira, el mar que baña las playas y bordea nuestras montañas”.
Pidió que esa fuente del mar sea motivo de curación y que la bendición de Dios nos ayude a superar esta enfermedad. “Que pronto podamos bailar los alegres tambores, danzar con los diablos en Corpus Christi y reunirnos en las iglesias para cantar: Aleluya, Aleluya, el Señor resucitó”./jd