Después que se viralizara el rumor de que la muñeca se había «escapado» del museo de los fallecidos investigadores paranormales Ed y Lorraine Warren, el sobrino de la pareja Chris McKinnell advirtió que Anabelle está en el mismo sitio que fue colocada hace 45 años.
“Dicen que Annabelle ‘escapó’ de su caja durante un intercambio de dinero extraño y ya no está en el museo. Eso no es cierto. La muñeca ha estado bloqueada de forma segura desde 1975. Solo se pone, ocasionalmente, en una caja de exhibición viajera para eventos especiales”, comentó el McKinnell, quien tiene un canal en YouTube (The Warren files) en el que habla sobre el trabajo de sus familiares.
La verdadera muñeca Anabelle es de trapo. Para la película, el director prefirió utilizar una con cara de porcelana y rasgos más parecidos a los de una niña.
Su historia
Según contaron los Warren en su momento, la historia de Annabelle se remonta a 1970, cuando una madre le regaló una muñeca de la marca Raggedy Ann a su hija, una joven estudiante de enfermería que compartía apartamento con otra compañera. Donna, se llamaba la chica de 20 años y Angie era el nombre de su amiga.
A los pocos días de tenerla, empezaron a notar situaciones extrañas: la muñeca aparecía en lugares donde no la habían dejado y le encontraban con gotas de sangre.
Decidieron contactar a una médium para que hiciera una sesión de espiritismo y se enteraron que el presunto espíritu que animaba a la muñeca correspondía al de una niña, de 7 años, llamada Annabelle Higgins, quien había muerto trágicamente hacía muchos años en el mismo lugar donde vivían.
El espíritu también le dijo a la médium que se sentía en paz viviendo con Angie y Donna, por lo que las jóvenes, compadecidas por la historia, decidieron conservarla.
No obstante, en Annabelle se escondía una presencia ominosa y las cosas se salieron de control. Empezaron a encontrar mensajes escritos como «¿You miss me?» (¿Me extrañas?), o «Help us» (Ayúdanos) y la muñeca atacó a Lou, el novio de Donna.
Fue ahí cuando los jóvenes se contactaron con los Warren, quienes concluyeron que el espíritu que se encontraba unido a la muñeca no era el de una inocente niña, sino el de una presencia diabólica no humana que deseaba poseer el alma de Donna.
Se la llevaron a su casa y la encerraron en una urna de cristal, en la que permanece hasta ahora.