El Ejército de Birmania (Myanmar), que había ocupado el gobierno entre 1962 y 2011, perpetró la madrugada de ayer un golpe de Estado para zanjar su desacuerdo con el triunfo electoral del 8 de noviembre de la jefa del gobierno, Aung San Suu Kyi, de 75 años, y de su partido la Liga Nacional por la Democracia.
Los líderes civiles, incluida la propia premio Nobel de la Paz; el presidente, Win Myint, y los gobernadores de las distintas regiones, se encuentran detenidos. El estado de emergencia, que deja el control del país al jefe del Estado Mayor, Min Aung Hlain, se prolongará al menos un año, hasta la celebración de nuevas elecciones. El país regresa así a la situación de gobierno militar en la que estuvo antes de que comenzase el lento e incompleto proceso de transición democrática en 2011.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó enérgicamente la detención de los líderes civiles, incluido su líder de facto y consejera de Estado, Aung San Suu Kyi, y el presidente, Win Myint, cuando el Ejército birmano dio un golpe de Estado y declaró el estado de emergencia por un año.
«Estos acontecimientos representan un duro golpe para las reformas democráticas en Myanmar», manifestó Stephane Dujarric, portavoz del jefe de la ONU.
Indicó que las elecciones celebradas en noviembre del año pasado proporcionaron un «mandato fuerte» a la Liga Nacional para la Democracia (LND, por sus siglas en inglés), dirigida por Suu Kyi, para gobernar el país de mayoría budista.
«Estados Unidos está alarmado por los informes de que el Ejército birmano ha tomado medidas para socavar la transición democrática del país», manifestó la Casa Blanca en un comunicado.