La tarde del 27 de julio, más de 4.300 migrantes, en su mayoría venezolanos, entraron a la fuerza a las oficinas de migración en Cerro Gordo, Huixtla, estado de Chiapas, en México, desesperados al observar la falta de respuesta por parte de las autoridades de migración.
Los migrantes denunciaron que los habían engañado, ya que en Tapachula donde algunos tenían hasta tres meses esperando, les aseguraron que en las oficinas de Cerro Gordo les entregarían su permiso de tránsito, por el territorio mexicano con el cual podrían permanecer sin correr riesgo de ser deportado. Así que caminaron aproximadamente 41 kilómetros hasta allí, pero al llegar no fueron atendidos, y algunos llevaban hasta 15 días a la espera de solución a su situación por parte de migración.
Lo que caldeó más los ánimos fue que se regó la información de que habían llamado a 250 migrantes para, supuestamente, entregarles los permisos de tránsito, los otros migrantes los vieron entrar a las oficinas, pero la sorpresa fue que, en lugar de darles su permiso los montaron en camiones, no en buses, y los devolvieron a la frontera entre Guatemala y México.
Según los migrantes existen videos y audios donde se corrobora esta información y, además, comentan que solo devolvieron a hombres que estaban solos sin familia, ni hijos.
Al observar esta irregularidad, pensando que quizás ellos también los devolverían a la frontera con Guatemala, después de tanto caminar y sacrificarse, los migrantes trancaron la vía obstaculizando el paso de los automóviles e incluso la entrada a la aduana. Debido a eso, se apersonó un Comandante de la Guardia Nacional Mexicana, y les advirtió:
“El sistema burocrático tarda, y tienen que esperar, ¿cuánto tiempo? No se sabe, pero ustedes piensan que porque bloquean van a solucionar esto, pues… nosotros (los guardias) estamos acostumbrados a estar despiertos las 24 horas”
Ante esta actitud que no trataba de dar al menos una esperanza, Leonardo Arrollo migrante venezolano y exfuncionario policial, tomó la palabra en nombre de los protestantes y pidió que un organismo de migración les diera la cara, que los atiendan y que les den el permiso de tránsito con sello de migración, que una autoridad los respalde. También expresó:
“Después que pasamos más de siete países, que vimos como otros compañeros perdieron la vida agotados en el camino, solicitamos una respuesta, una solución. Le hablo como venezolano, como funcionario que fuí, pero aquí también hay cubanos, haitianos, chinos, ucranianos, gente de todas las partes del mundo”.
En el campamento improvisado a las afueras de las instalaciones migratorias, que se logra ver en los videos, hay embarazadas, ancianos y niños. El suelo esta mojado por la lluvia y se ve que hay mucha basura.
“Nos están violando nuestros derechos humanos y ninguna organización de las que se supone que asisten a los migrantes, ha venido a ayudarnos o por lo menos a traernos agua y alimentos”, expresó una migrante venezolana.
Finalmente, después de tantas horas de espera, se caldearon los ánimos y a la fuerza se enfrentaron contra el cordón de antimotines e intentaron ingresar al punto de control fronterizo. Así estaban de desesperados. Urge la ayuda de la Organización de Naciones Unidas para ayudar a estos sufrientes.
Por Yrina Albarracín
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