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Más de 170 niños desaparecidos tras erupción de volcán en Congo

La lava que fluyó del volcán Nyiragongo el sábado por la noche sembró un camino de destrucción en un distrito del norte de Goma, al este de la República Democrática del Congo.

Unas 500 casas fueron derruidas y más de 170 niños están desaparecidos tras haberse separado de sus padres durante la huida masiva de miles de personas, según la agencia de la ONU para la infancia, Unicef.

En la zona del aeropuerto, decenas de niños deambulan sin hogar, en la indigencia, dice la organización de Naciones Unidas. Algunos niños que huyeron del flujo de lava y han sido separados de sus padres están alojados en un centro gestionado por la Cruz Roja en Goma.

El horizonte de Goma se iluminó el sábado cuando la lava brotó de una fisura en el costado del volcán. Temiendo que la lava envolviera partes de la ciudad matando a cientos de personas, como sucedió en 2002, miles recogieron sus pertenencias y huyeron hacia la cercana frontera con Ruanda.

Más de 3.500 personas cruzaron la frontera la noche de la erupción en medio del tráfico paralizado.Por ahora, se sabe que han muerto más de 30 personas. En la erupción previa, 250 personas perdieron la vida y 120.000 se quedaron sin hogar.

Benisse, de cuatro años, ha estado separado de su familia desde la erupción. Su madre estaba vendiendo pescado en el mercado cuando sucedió. Él salió corriendo de su vecindario con otros niños.

Pasó la mayor parte de la noche caminando hasta otro pueblo, Sake, a 23 km de Goma, donde durmió al costado de la carretera.

«Huí con mis amigos, pero ni siquiera sé dónde están ahora, estoy aquí solo», le dijo Benisse a Gilbert Ramazani, quien trabaja para la división de asuntos sociales del gobierno.

Muchas madres están desesperadas por encontrar a sus hijos. Desesperadas los buscan visitando un centro tras otro para ver si los han encontrado.

Sifa Ombene, de 32 años, estaba vendiendo comida cuando ocurrió la erupción. Corrió a casa pero descubrió que dos de sus hijos habían huido.

«Fui a todas partes buscándolos, incluso a la morgue del hospital. Me mostraron cuerpos de niños muertos», dice mientras abrazaba a su hija Elea, de cuatro años. «¡Estoy tan feliz de haberlos encontrado!»

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