Madres con bebés en brazos amanecen en colas para comprar
* Discapacitados y adultos mayores también pasan las de Caín
María Elena Moreno
Conscientes de que no son los mejores lugares para llevar a sus pequeños, las madres varguenses se lanzan la travesía de cargar con sus hijos en las colas para adquirir alimentos. Explican que la necesidad tiene cara de hambre y que les toca hacer estos sacrificios para garantizar la papa en la mesa.
Rosmary Ruiz sale todos los viernes con sus dos hijos a zanquear algún producto regulado. “No tengo quien me los cuide y por eso debo traerlos. Estoy aprovechando que no tienen clases, pues a veces deben faltar. Es triste tener que hacerlos madrugar, pero no hay otra salida”.
En situación similar se encuentra Ana Monasterios, quien pernocta con su pequeña, de ocho meses de nacida, para lograr un cupo en las largas listas que se hacen en el Día Día. “Me vengo con la pañalera y esperanzada de que no nos pasará nada malo. Mi esposo es vigilante y no puedo dejarla con él. Embarazada también hice bastante cola y en ninguna de las oportunidades hubo preferencia”.
Relata que en una ocasión aguantó 13 horas en un banquito, donde se acomodó con la niña y finalmente llevó a casa dos kilos de harina de maíz y uno de pasta. Informa que a su sector llegó la bolsa de comida pero “ni siquiera incluyó la leche para los teteros de mi hija”.
Al consultar cómo hacen para cambiar pañales, darles sus comidas y demás, explican que se valen de la buena fe de uno que otro comerciante que las ayuda, de resto tienen que pelar por las plazas. “Nosotras, por ejemplo, aguantamos sed, ganas de orinar y demás, pero los niños no. Nos dicen inconscientes, pero estamos muy necesitadas”.
Abuelos y discapacitados en crisis
Sacrificios similares pasan los abuelos y discapacitados, quienes denuncian no gozar del carácter preferencial en las colas. Carmen Noriega comenta que su médico no le permite hacer colas, pero no le queda de otra.
“No puedo estar mucho tiempo parada, pero igual me toca. El dinero que tengo no me alcanza para comprarle a los bachaqueros y dentro de poco tampoco para comprar aquí, porque está llegando pura mercancía cara”.
Detalla que en el Día Día vendieron combos por el valor de Bs. 4.200, pues desde la harina de maíz hasta la pasta llegaron en las presentaciones premium. “Hay gente que amaneció y se fue porque estaba muy caro. Hacer mercado no está fácil”.
Testimonios de desmayos, mareos, subidas de tensión y hasta vómitos comienzan a saltar en esta cola, que también debe aguantar el atropello de los uniformados, a quienes se les olvida de a ratos el trato preferencial. “Todos tenemos que esperar por igual, a estas alturas nadie puede pensar que le tendrán consideración. Toca tener paciencia, ser valientes y aguantar”, dice Aura Vivas. /MEM/ar